Mi segunda tierra desconoce qué cosa es el lamento Aprendo el sabotaje de la pared su empeño en derramarse sobre la biología su rúbrica sobre cada cosa que miro y me mira su deidad respirando un tiempo que no cuenta. Mi lugar es mi voz crecer contra el cielo de tu boca entre animales cuyo cuero se abre al ruido ser piedra de afilar entrar en lo inocuo dejar para lo íntimo el nombre de mi segunda tierra.
El pan y la sal Es extraña la piel del otro su acomodo en las estrías la pátina de la memoria su particular juego de líneas alojar la sal como si fuera un jazmín temprano sentir como propia la circulación agolpada casi furiosa es extraño el rostro que sostenido en la caricia muestra su otra faz el desdén de los cuerpos por su anatomía el pulmón estremecido por una nueva conciencia en la respiración no es extraña la sincronía de la mano y el pan mientras todo huele a tierra y raíz y el cuchillo permanece atento pero al margen. Tiemblo bajo el cuerpo ofrecido no sé cómo hacer para cobijarte en esta habitación con su estructura de hoja caduca casi desprendida colgando del hilo que explica el mundo con este cordero ocupándome los brazos en la inercia de este sueño ya soñado con este amor siempre alejándose.
Dogal Abandonar esta mueca de animal absorto mirar de otra forma los caminos ya hechos de los aviones los cúmulos llenos como ubres de vaca ante la intuición del ternero calcular la posibilidad de escupir estas palabras negras con la misma violencia con la que se adhieren a la sangre -sangre se sustituye con sangre- cómo de inofensivas si cada fonema reventara en el cemento. Desde ese vacío dejar que me acompañe el perro que se cree libre sólo porque hoy le pusieron la soga más larga.
Aquí, adentro En este poema todo está bien mi piel es más flexible mi sistema nervioso más competente los nutrientes se absorben con eficacia el miedo cabe en una gota en cuya corporalidad la luz indaga la ropa tiene el ingenio de la caricia el jazmín sobrevive a las estaciones. Afuera, el viento y una pena de sala de espera echando raíces y esa otra que soy sin mí se agarra con fuerza a cualquier cosa que no zozobre y escasean los toboganes y el tedio, ese rayo y la tristeza, esa perra. Las cosas de ahí afuera me dejan en habitaciones sin ventanas aquí te nombro y traes un bosque.
La elegancia y profundidad de enigmas que intentan develarse en tan breves textos, gracias, gracias!!
Gracias a ti, Lautaro. Un abrazo.
Muy bueno lo que leí,poemas que te llevan a infinitos mundos del cuerpo y el alma.
Muchas gracias Adela, un abrazo.
Comments are closed.