Las armas de los árboles declinan el sueño a contraluz de la noche y por primera vez, eliges
 Y cuando eliges, no hay imagen que soporte:
 Estalladas, sin nombre
                       “aquí también hay nada”
 Estrelladas sin noche las imaginarias manos que suplen la intimidad
 entre uno
                       y uno mismo
 Y aun así
 eliges