Cuando todo esto termine voy a comprar un pedazo de vacío bien grande, que ocupe toda la parrilla. Me di cuenta que es el corte que mejor me sale y quiero que puedan probar el gustito ahumado que le queda cuando le mandás bocha de laurel seco a las brasas, al mismo tiempo que tapás la nerca con un cartón o una fuente grandota.

Van a ir cayendo tipo a la hora entre el día y la noche y el pasillo de seguro se va a ir llenando de bicis. Me van a contar cosas mientras me ocupo del fuego, voy a escuchar risas y algunos chistes me los voy a perder. Me gusta estar con una pata en el fuego y con la otra en la conversación. Va a haber vino y unas birras copadas; va a haber faso en abundancia; o una torta loca de Carlos de esas que se comen antes y después del asado. De a poco y mientras la noche vaya cayendo, el tiempo va a adquirir ese rasgo de deslizamiento, sin subdivisiones, como si fuese un bajo fretless, todo se va como afinando solo, cada une encuentra su lugar en el espacio. Les voy a tener un momento nuevo: “el confesionario de la música”. Les conté, estoy a pleno con los vinilos y con mi equipo de sonido “2.SIDO” suenan increíbles, es como si pudieses palpar cada instrumento. Ya encontré el lugar exacto de la habitación donde escuchás como si tuvieses auris pero con parlantes. Se juntan la claridad auricular que te permite diferenciar cada instrumento junto con la vida que te da el sonido de unos buenos bafles lanzados al espacio ¡Lo mejor de los dos mundos! Pero creo que la experiencia es más fuerte entrando solo. Durante el transcurso de la noche, cada uno va a ir teniendo su momento de confesionario, van a poder elegir entre una colección de discos no muy grande pero sí de mucha calidad —obvio que voy a pensar eso ¿no?—, van a poner el disco seleccionado y apagar la luz —que es clave—. Para mí que la van a flashear. Obvio que es una propuesta, nadie está obligado, pero yo se los recomiendo.

Quiero verlos sucumbir frente al olor del asado, verles la expresión de espera gustosa porque saben que el futuro proximísimo va a ser tan bueno como el presente que están viviendo. Seguramente porque en ese presente todos ya tienen el dato insoslayable de que ese futuro viene incluido. Además, la nerca está ahí, no se va a ir a ningún lado. Quiero vivir ese momento carnívoro cuando sale la primera tanda de carne, donde todos se contienen de agarrarse un cacho y, cual lobo, salir corriendo a esconderse en algún lugar oscuro y mandárselo mientras con el rabillo del ojo están atentos a que nadie se acerque. Que esto no suceda no significa que no esté ahí y probablemente por eso debe ser parte de la magia. Tengo ganas de escuchar el aplauso al parrillero. Es loco, pero tengo que admitir que me re cabe, un momento de reconocimiento a la dedicación supongo. Tengo ganas de estar sentado en la sobremesa y escucharlos hablar de cosas que no entiendo pero que igualmente me gusta escuchar. En realidad, de entrada las entiendo pero después empiezo a dudar sobre si el costo de prestar la suficiente atención vale el beneficio y ahí ya me fui, no hay vuelta atrás. Tengo ganas del silencio de Emi que de repente se rompe y cuando lo hace es porque el chabón realmente tenía ganas de decir lo que dijo. Es bastante genial ese comportamiento, muy genuino. Tengo ganas del otro estilo de silencio, el de Bruno, que cuando irrumpe en la conversación es como si lo que dice y el cómo, viniesen de una estrella lejana que trae algo disruptivo y buena onda a la vez. No sé cómo hace eso. Tengo ganas de las conversaciones sobre actualidad política con Gabi, Tiago y Marto, momento en que, como estoy hablando de algo serio, me pongo serio ¡Y lo hago como si no existiese otra posibilidad!; y ahí meterme a discutir con Gabi sobre algún tema donde las posiciones son divergentes pero el diálogo igual sucede y se arma una especie de escalera dialógica que a algún lado nos lleva ¡Necesito ese momento donde Tiaguete empieza a hablar de sus miles de primos, cuñados y sobrinos y las cosas que les pasan! Quiero escuchar una de las opiniones contundentes de Leíto, uno lo escucha y piensa “ah… este chabón la tiene re clara” pero después te enterás de que es algo que le dijo alguien, que en realidad tocaba de oído. Y si viene Marky, “la discusión leíto-marky” no puede faltar, el momento televisivo de la jornada. Hablando de televisión, quiero ese rato donde Ana se pone en entrevistadora y empieza a hacerles preguntas incisivas y escucharlos sabiendo que aunque intente — e intento— no tengo chances de poder anticipar sus respuestas en mi cabeza. Quiero que Bruno y alguno más (¿Carlitos?) propongan un juego y yo salte de una “ni en pedo”. Obvio que quiero escuchar las ideas de Carlitos, es el hombre de las ideas geniales y encima el chabón las concreta. Guau. Quiero que toquen el piano y por ahí zapar un rato algo que tal vez sale bueno, pero si no es deforme no vale. Obviamente vamos a querer un postre y si es la torta de Carlos a la que le entramos al principio, no me quejo ni a palos.

Quiero que el tiempo se vaya apagando lenta y orgánicamente, anticipado por Bruno que empieza a dormirse en el sillón, y ahí empiezan a ver cómo se vuelven, hasta dónde los alcanza Gabi y la gloriosa vuelta en bici de Carlitos desde parque Chacabuco a Ciudadela. Mientras, alguno levanta y lava los platos porque algunos modales tenemos che… Quiero despedirlos en la puerta sintiendo la brisa fría en la cara sabiendo que adentro me espera la camita y un sueño sin despertador.

4 COMENTARIOS

  1. Siiiiiii!!!!!!!!
    Tengo las mismas ganas de red!!!!
    Como se extraña eh!
    Yo cada tanto, alguna comida que hago la pienso para el reencuentro con tal o cual grupo, red, amigues….
    Necesito fuertemente esto guido!
    Me hiciste añorar las mias y espiar un poco las tuyas
    Gracias!
    Aplausos para tí!!!!

  2. Participe. No integro ese grupo pero me meti, me senti invitado. Me gusto la nerca(la porcion cosida a punto como a mi me gusta) y el vino tinto muy bueno ( los chinos tienen buenos precios). La charla copada y mas aun la promesa de que se cumpla. Hasta mañana, que seguro sera otro dia

  3. Un aplauso para el asador. O muchos más de uno. Que maravilloso momento soñado. Deseo se te concrete muy pronto. Y que hermosura tener esos amigos que te hacen disfrutar con su presencia. Es una de las mejores cosas que nos pueden pasar en la vida. Los amigos que nos bancan y bancamos. Que resistencia la de Carlitos, después de asado, vino y torta, pedalear hasta Ciudadela. Jajaja. Fuerte abrazo. Pasalo muy muy lindo.

    • gracias por tu comentario! A pesar de que hoy no se pueda, añorar esos momentos es una parte de vivirlos

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