“Al hablar de música el lenguaje cojea”, así habló Steiner en Presencias reales (1988). Cojea, sin embargo me animo a soltar estas líneas para recorrer como pueda los universos sonoros de Otario, el último álbum de Matías Medina Silva, multi-instrumentista y compositor de Avellaneda. ¿Qué interrogantes despierta esta obra original, creativa, la primera que el músico presenta como solista? Abandonando cualquier prisma teórico, despojada de toda presunción de objetividad, recreo estas impresiones porque la propuesta de Otario es innovadora y de una vitalidad tan contagiosa que merece ser difundida. Así sin pretensiones, con las líneas que siguen, me dispongo a demostrarlo. Y tentar a quienes leen a que escuchen. Oíd. Hear. Hören.
¿Cómo abarcar la combinación tímbrica, la espacialidad de las fuentes sonoras, las inflexiones discursivas, la convivencia de planos, lo anecdótico del momento en que la música admite una boleadora colgando de una play station, y un charango en contrapunto con un sinte? Al entregar la escucha a ese universo, la percepción asimila las formas de lo inexplicable, como esas experiencias del no ser, donde lo percibido es una identidad reconocible en el acervo emocional y estético, lo enraizado en el sí mismo de reminiscencias culturales y cognitivas, y al mismo tiempo, en acto, la construcción de aquello que se completa discursivamente por cadenas azarosas.
No es necesario analizar en los términos de grandes sinfonías: la invitación es a percibir las combinaciones sonoras. La música en Otario es un momento que se escapa implosionando y explosionando las certezas. La música, o el momento música, necesita cómplices que se entreguen a la ilusión de estar entendiéndola para que ella muestre el lado impredecible. Quien oye crea como el compositor. Es necesaria la ilusión para que el arte suceda y de la ilusión es hermana el misterio.
¿Cómo abarcarlo, insisto, si no es con la experiencia? Para este fuego nada mejor que otro incontenible calor, la escucha activa, que no querrá aclararnos las cosas, simplemente nos invitará a arrojarnos al mar de la composición. En el camino puede que la experiencia nos acerque la sortija de lo inefable. Es lo que este texto, guiado únicamente por la luz de las sensaciones, se propuso probar. Y para comprobar, invito a escuchar Otario.
Grabado en Piso Kinto entre 2019 y 2021 – Producción independiente
Matías Medina Silva: voz, guitarras, bajo, pianos, teclados, percusión, trompeta, cello, charango.
Hugo Fattoruso: teclados, voz, vocoder en “Los pies en la fuente”
Magdalena Biota: flauta y recitado en “Tu Furia”, “Chiflete”, “Primaveras y alcauciles”
Gerardo Giacobbe: flauta en “Mareas”
Lauti Rombolá: saxo alto en “Mareas”
Santiago Varela: cajón y bombo en “Amoredas” y “Tu furia”
Johana Cheno: violín en “Tu furia”
Martin Medina: violín en “Tu furia”
Federico M. Beltrán: guitarra Eléctrica (jazz) en “Primaveras y alcauciles” y “Chiflete”
Martín Meis: batería de murga en “Antifaz”
Laureano Holgado: Solo de guitarra en “Chiflete”
Sebastián Ortiz (Idilé Candombe): güiro y cencerros en “Primaveras y alcauciles”
Daniela Medina Silva: foto y arte de tapa
Nicolas Barroca: Acrílico sobre madera
Todos los temas son de Matías Medina Silva, salvo “Primaveras y alcauciles”, que es de Guido Arce
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