La idea de este texto es introducirme e introducirnos en el pensamiento de Heidegger. Como camino hacia su pensamiento elegí la conferencia que dio en 1955 en Normandía a la que hace nombre el título de la nota: ¿Qué es eso de la Filosofía? (Traducción J. Molinuevo, editorial Bitácora)
Heidegger comienza planteando por qué el nombre de la conferencia es ese: “Con esta pregunta tocamos un tema muy amplio, es decir, muy extenso. Al ser extenso, sigue, indeterminado.” Si nos planteamos la pregunta “¿Qué es la filosofía?”, sin duda entraríamos en un camino largo, de búsqueda intensa, ardua. Una pregunta que recorre la Historia de la Filosofía. Pero ya al comienzo, Heidegger nos va empezar a introducir en su giro. La pregunta formulada de ese modo, ¿Ya no nos remite a una forma de responder?. (Hago la aclaración de que formulo la pregunta así “¿Qué es la filosofía?” y no como lo hace este traductor —como se ve en el título del libro— para no enrollarnos en temas que ahora no interesan abordar y centrarnos en el corazón de la conferencia).
La respuesta a la pregunta no va a ser “sobre” la Filosofía, objetivándola, ya que en el “qué”, según la interpretación moderna, la quididad refiere ya adentrarnos en la relación sujeto-objeto. No responderemos algo “sobre” la Filosofía sino EN ella: “Cuando preguntamos ¿Qué es eso de la filosofía?, estamos hablando sobre la Filosofía. Al preguntar de ese modo, nos quedamos claramente en una posición por encima de, es decir, fuera de la Filosofía.”
Heidegger hace hincapié en la importancia en la manera en que se formula la pregunta. Esta manera tiene que ser la de adentrarnos en el tema para poder responder en el propio filosofar. Que la respuesta sea filosofante, nos daría ya un comienzo del camino que nos llevaría a desplegar el propio ir hacia la Filosofía.
La respuesta tiene que tocarnos, aclara el filósofo alemán: “El camino de nuestro diálogo tiene que ser de un tipo y en una dirección, tales, que nos concierna, nos toque (nous touche) y, además, en nuestro ser, aquello de lo trate la Filosofía”. La primera aclaración que realiza el autor sobre esta respuesta que “nos toque” es que no está relacionada a los afectos o sentimientos (tomado como lo irracional). Por otro lado, descarta tomar a la Filosofía como cosa de la Ratio (=~ Razón), ya que estaríamos reformulando la pregunta poniendo por encima de la Filosofía a la Ratio, de lo que se sigue que repreguntariamos ¿Qué es eso de la Ratio?. Entonces ¿Cómo nos podríamos asegurar en iniciar un camino hacia una respuesta filosofante?
“Hemos pronunciado ya con bastante frecuencia la palabra “filosofía”. Si ahora no la empleamos ya más como un título manido, si oímos en cambio la palabra “filosofía” en su origen, entonces suena así: φιλοσοφία”. Nos encontramos con un camino ya abierto. La φιλοσοφία tiene su origen en Grecia. Por lo tanto, podemos entablar un diálogo con la tradición para empezar a caminar junto a la φιλοσοφία. Pero con la aclaración de que este empezar a caminar por el sendero ya abierto por los griegos, no se trata de un enfoque histórico. Esta palabra (φιλοσοφία) contiene en su origen el devenir de occidente, hablar de una φιλοσοφία occidental, para el filósofo alemań es una tautología, ya que en su esencia φιλοσοφία es griega: “Griego quiere decir aquí: en el origen de su ser, la Filosofía ha recurrido, en primer lugar, a lo griego -y solo a ello- para desarrollarse.”
El tratamiento de la palabra en su idioma originario nos hace ver que nuestro destino como occidentales es profundamente filosófico, una prueba de ello, según Heidegger, es la dominancia del término que marcaba a su época como “Era Atómica”. En donde el predominio de la técnica y el pensamiento científico definían el espíritu de la época. De esto, resulta inevitable no entablar un diálogo con el pensamiento griego para empezar a responder nuestra pregunta y tratar de reflexionar no solo sobre el pasado, sino sobre el presente y futuro.
“Lentamente va develándose para nuestra reflexión el que la lengua griega no es simplemente una lengua, como sucede con las europeas que nosotros conocemos. La griega, y solamente ella, es λόγος (lógos). Deberemos ocuparnos de ello más a fondo en nuestros diálogos. En principio bastaría con indicar que en la griega, lo dicho en ella es, a un tiempo y de forma privilegiada, lo que nombra lo dicho…Con la palabra oída en griego estamos directamente ante la misma cosa presente, y no ante una mera significación de palabra” Nos introducimos en la lengua del origen de nuestra pregunta, la lengua griega, sobretodo en el período de los pensadores presocráticos (Heidegger destaca a Heráclito y Parménides), el término filosofía todavía es desconocido, existía el “filósofo” (Filo=Filein=amistad/ Sofos=Sofón=saber), el término remite a “el que ama el saber”. En este sentido filósofo es un “hablar como habla el lógos”. Este amar es un corresponder (reunir) con el lógos. En este momento pre-Filosofía —la Filosofía comienza con Sócrates—, el lenguaje que se gesta está en armonía con lo que nombra, “amar la sabiduría” es estar en correspondencia con el lógos. En palabras de Heráclito el estar en correspondencia con la sabiduría es Hen Panta (Uno [es] Todo). La sorpresa para los primeros filósofos fue que había ente en el Ser. Que todo ente se reúne en el Ser. “El Ser reúne el ente en esto de lo que es ente. El Ser es la reunión —λόγος”
El paso del período presocrático al griego Clásico (Sócrates, Platón, Aristóteles) marca el comienzo del término Filosofía. Aquel asombro que marcó el surgimiento de los primeros filósofos, ese irse primero de la Polis hacia la Physis (Naturaleza), vuelve a la Polis y debe ser cuidado. Se cuida de la compresión sofística que encuentra una argumentación satisfactoria para todo. La Filosofía ahora en la polis genera el movimiento de la armonía con la sabiduría hacia una aspiración hacia ella. Esta aspiración se plasma en la pregunta “¿qué es el ente en cuanto que es?” Hay una búsqueda hacia. La armonía que se daba entre los pensadores anteriores (Heráclito y Parménides) se vuelve una aspiración determinada por el Eros (deseo). El filósofo anhela la sabiduría, y la Filosofía, dirá Aristóteles, es la competencia para desplegar este anhelo. “Aristóteles caracterizó este paso con la frase siguiente: Y es así, lo que antiguamente y ahora también y siempre, aquello, hacia lo que se pone en camino (la Filosofía) y cuyo acceso nunca encuentra (esto que se pregunta): ¿qué es el ente?”.
Volviendo a la idea de quididad, con respecto a qué interpretación realiza cada época, Aristóteles dirá que la búsqueda de la Filosofía será sobre los primeros principios y las causas pero: “¿En qué sentido se piensa el Ser, para que algo así como “principio” y “causa” sean aptos para acuñar y posesionarse del Ser-siendo del ente?” Esta pregunta es clave para la reflexión de Heidegger en la conferencia, ya que nos muestra cómo dicho concepto sigue vivo en su época —argumentando que desde Aristóteles a Nietzsche, no cambió— explicitando la urgencia o necesidad de replantear la pregunta por el “qué”.
“Y de esto sacamos lo otro: tenemos que hacernos presente las definiciones anteriores y posteriores de Filosofía. ¿Y después? Luego extraemos lo común a todas ellas con una abstracción que las compare. ¿Y después? Llegaremos a una fórmula vacía que valga para cualquier tipo de Filosofía. ¿Y después? Estaremos tan alejados como sea posible de una respuesta a nuestra pregunta.” Heidegger prosigue en apartar caminos que, no es que no otorguen algún conocimiento útil, o que no necesiten de gran erudición, sino que, dichos caminos de respuesta no son filosofantes. La diferencia que expone el alemán es la de hacer Historia de la Filosofía frente a entablar un diálogo/discusión con los filósofos. Con lo que habla la Filosofía a través de sus intérpretes. Retomar la reunión y el ejercicio de lo requerido por la Filosofía en sus filósofos. ¿Y qué es este requerir de la Filosofía? Es el llamado del Ser del ente, si el diálogo entablado se corresponde con esta llamada que realiza el Ser, la respuesta será más genuina en tanto que la respuesta en sí, filosofa.
En este camino de correspondencia con la Filosofía, no se trata de suprimir la Historia de la Filosofía o de su negación. Sino de una nueva escucha de lo que sus intérpretes enunciaron. Se utiliza el término “Destrucción” en el texto pero se aclara: “Tal apropiación de la Historia es aludida en el título “Destrucción”…Destrucción no significa demolición sino suprimir, liquidar, dejar de lado los enunciados exclusivamente históricos sobre la Historia de la Filosofía. Destrucción significa: abrir nuestros oídos, liberarlos para los que en la tradición se nos comunica como Ser del ente.” Entonces, tenemos que salir a la búsqueda del Ser del ente para corresponder con aquello que la Filosofía nos está comunicando? Si y no. Salir, no es un Sujeto que va a buscar en los entes-objetos el Ser, sino que nosotros mismos, somos aquellos entes que nos preguntamos por el Ser del ente. Tal correspondencia es parte de nuestra esencia. La diferencia radica en: si escuchamos la llamada o la evadimos. Si asumimos dicha correspondencia y la enunciamos, desplegándonos en el lenguaje o nos llenamos del ruido de la habladuría y nos evadimos a nosotrxs mismos permanentemente. (Aclaración: los términos Llamada y Habladuría están desarrollados con más precisión en Ser y Tiempo, la obra más importante de Heidegger. En esta breve explicación los traigo al diálogo para intentar aclarar un poco lo que nos trata de decir en la conferencia)
“En cuanto dispuesto y determinado , el corresponder está esencialmente en un temple de ánimo”. Tal como podríamos hablar del templado de un instrumento musical, este corresponder con la Filosofía contiene una afinidad (recordemos el anterior pasaje sobre el amor Heracliteano), pero esta afinidad no se trata del vaivén casual de los sentimientos. Al principio del texto hablamos de que el camino/respuesta a nuestra pregunta nos toque, y es que el mismo surgimiento de la Filosofía, nos dirán Platón y Aristóteles, tiene como afinidad el asombro. Unx entra en sintonía, se afina. Pero este origen no es solo una precedencia en sentido de ordenamiento, es el origen que marca el sentido del camino del filosofar, templado, en el caso de los griegos, en el asombro. Este se diluye en su entrada en la Polis, con la utilización del saber como mera argumentación por los sofistas. Los filósofos debieron buscar otro origen para seguir practicando Filosofía. En la Modernidad, Descartes, despliega el temple anímico de la duda. Siendo este el origen para preguntarse el “qué” nuevamente planteando ya no la pregunta ¿qué es el ente en cuanto que es? (Aristóteles) sino que busca cuál de estos entes puede brindar certeza a los otros: “¿Cuál es aquel ente que, en el sentido del ens certum, es el verdadero ente?”.
Ya terminando la conferencia, Heidegger, vuelve a la reflexión sobre el lenguaje: “Porque sin una reflexión suficiente sobre el lenguaje, nunca sabremos verdaderamente lo que es la Filosofía como el corresponder característico, como un modo privilegiado del decir”. Este corresponder templado y enunciado, esta búsqueda del Ser del ente, tiene un vínculo muy especial con el lenguaje. En el que los lenguajes modernos en su funcionamiento representativo, pierden esa llamada del Ser para afinarse con él. Pero el filósofo alemán nos marca, que hay otra competencia con la que el lenguaje comparte una relación privilegiada: la Poesía. “Pero, ya que la Poesía, si la comparamos con el pensar, está al servicio del lenguaje de una manera completamente distinta y privilegiada, nuestro diálogo, que piensa sobre la Filosofía, se verá necesariamente llevado a explicar la relación entre pensar y poetizar. En los dos, pensar y poetizar, reina un parentesco oculto, ya que ambos se gastan y disipan en el lenguaje al servicio del lenguaje. Pero al mismo tiempo, hay una sima en los dos pues viven en montañas separadas”.