I sat down under his shadow with great delight,
and his fruit was sweet to my taste. / Let my beloved come into his garden,
and eat his pleasant fruits / I went down into the garden of nuts to see the fruits of the valley,
and to see whether the vine flourished, and the pomegranates budded.
The Song of Songs.
El tiempo, el agua
El Riachuelo, ese alegórico canal de agua que desemboca en el Río de La Plata, puede parecerse al cuadro de Courbet. Desde arriba. La conciencia de un flujo indómito hacia el océano. 1866, Origen del mundo. En Buenos Aires, el puerto es el canal en el que se licúa la materia, se vierten desechos y se derraman los nombres propios. El curso indica un trayecto, desde los altos picos de las montañas, pasando por valles, estepas y hondonadas. El agua va. Como el tiempo. En un flujo continuo, inconmovible. Impiadoso.
Igual que el agua, el erotismo riega las experiencias. Un modo de bucear en la conciencia del cuerpo, el espacio, el territorio. La sexualidad es ese flujo en el que la representación, el nombre, se disuelve. Riachuelo, el poema, promueve un modo de atisbar los pasajes, y ahondar en los ritos de nacimiento y muerte. En 2005, sumergida en la lectura de los textos de Georges Bataille y de la Biblia, en particular el Antiguo Testamento, escribí este poema, que forma parte del libro Personas, publicado por Ediciones Croupier en 2015. A Bataille lo leía por gusto y fascinación. En cambio, la Biblia la leía porque estaba traduciendo unos tratados filológicos escritos por Martín Lutero, en los que hervía el sentido radical de la palabra escrita y se condensaba la pelea contra las tradiciones judeo-cristianas. Los textos, que me habían pedido que tradujera por cinco pesos la carilla, eran glosas a fragmentos del texto bíblico. De esa manera llegué por azar al canto de Salomón. No era uno de los fragmentos elegidos por Lutero para su discusión contra el dogma ideológico y religioso dominante en su época, pero a mí me inundó de imágenes y un clima, un flujo musical que rescaté del naufragio. Acá, Riachuelo.
Riachuelo Tus pies, Buenos Aires, acarician con torpeza de digresión. Besarte los dedos de los pies es hacer una anotación en el margen de tu cuerpo. Luminosa, te beso el cuenco en el que se derrama tu nombre. Tu entrepierna huele a uva. En el néctar tempestuoso hundo la mano porque mejor es tu néctar que el vino. Te mojo la lengua, dulzor de efigie, te lamo los labios y trago tu nombre hasta vaciarlo. El néctar llena mi boca y la ensucia. Los dedos entreabren los labios. El cuenco profundo se proyecta sobre el aljibe de tu boca desmesurada. Tus labios son orillas separadas por un hilo tenue de agua oscura. Uno de tus labios corre desde Pompeya a la Boca. El otro, de Valentín Alsina a Dock Sud. Hay una lucha encarnizada por tu desembocadura: al otro lado del Riachuelo, tus labios cambian de nombre. Del cáliz de tu entrepierna tomo el néctar sagrado y maldito. Me acuerdo más de tu néctar que del vino. Te beso en la boca y tu boca huele a mi sangre. Abro la carne de tu entrepierna. Con el fruto entre los dientes, escribo a tus pies un paréntesis. Tu borde más húmedo se vuelve espiral, rueda en el manto de días y de noches. Dejáme, Buenos Aires, que te bese la entrepierna. En tus labios hay promiscuidad de rosedal y una mueca de transgresión divina. Gata temeraria y gris, tu olor me sedujo y me arrebató la conciencia. En el altar de tu entrepierna de Ménade delirante, preconizo la humedad de los rosedales y celebro los cofres labrados donde se guardan las primeras barbas. Buenos Aires, gata del puerto, acurrucada en un rincón de la cama: hundo mis manos en tus barbas para despedazar el cofre y morder el ardor de tus alaridos. De tu agujero disoluto, alegre origen del mundo, irrumpe una crispación fascinante y perversa, una primera conciencia de muerte. (Este paréntesis).
El poema, la música
En el género poético, el tiempo es un elemento sustancial. Como en la música, el sentido evocado, la imagen construída, es un efecto de voces desplegadas en un lapso temporal que organiza los timbres sonoros y los silencios. A veces a saltos livianos, a veces en un abismo de elipsis, Riachuelo avanza como una milonga orillera. Confusa. Profunda. Arrabalera. Como cuerpo que se desplaza en los pasos de danza, en las manos que se entrelazan y en el espiral en un imaginario movimiento desde los pies hacia arriba. Bocas de labios deseantes de decir y ser dichos. Oídos. Un poema es un artilugio misterioso que reúne elementos de otros lenguajes artísticos, sin diluirse jamás en ellos, pero evocándolos. Después de publicado, el poema empezó a ser leído. En bares, reuniones, recitales, en sótanos y terrazas. Escuchado cosechó en el aire y el tiempo nuevos timbres: guitarras y chelos, a veces el sonido de la flauta traversa. Entonces se convirtió en videopoema casero, con el aporte de Matías Medina Silva y Andrés Amado. En Riachuelo, la poesía evoca el pasaje entre lenguajes para sugerir experiencias. No elude el misterio, ni la violencia. Tampoco, la incomodidad. En el límite difuso de la tierra internándose en el mar, o del mar penetrando la tierra, el puerto es portal fantástico de la historia simbólica.
La boca, el puerto
Cuando el poema fue escrito y cantado, se abrió a la posibilidad de ser traducido. Ese espacio entre lenguas produjo un nuevo tipo de existencia escindida. Todo poema implica un pasaje. La boca es origen. El origen es fruto. Fruto, como cantar, riacho de los riachos. Buenos Aires es la mujer que se traviste en gata. Traducida al idioma de la mercancía.El proyecto de escritura es también traducción, y junto con Jack Tallman, traductor estadounidense, dimos permiso al desembarco de una nueva forma poética: la traducción del poema al inglés. De ese viaje, la dedicada y cuidadosa lectura del original devino en búsqueda de imágenes y asociaciones que hicieran reverberar sentidos análogos en el puerto de destino. Licencias y adaptaciones conversadas a la distancia dieron paso a una versión traducida que invito a leer para contrastar con la fuente.
Riachuelo Buenos Aires, your feet, Glide with ever clumsy digressions. To kiss your toes Is to make an annotation In the margin of your body. I kiss the radiant basin In which your name is spilled. Your womb smells of grapes. I sink my hand in the tempestuous nectar, For thy nectar is superior to wine. You wet my tongue, an effigy of sweetness, I lick your lips and devour your name until it is empty. Your nectar fills my mouth and dirties it. My fingers subtly part your lips. Your deep basin is projected Over the cistern of your immense mouth. Your lips, waves separated by a fine thread of dark water. One of your lips runs from Pompeya to La Boca. The other, from Valentín Alsina to Dock Sud. There is a fierce battle over your estuary: On the other side of the stream, your lips are renamed. From the chalice that is your groin, I drink your sacred and wretched nectar, For I remember thy nectar far more than wine. I caress your lips and it smells of my blood. I open the flesh of your womb, And with your fruit in my teeth, Write an aside at your feet. Your humid banks turn to a spiral, Wheels in the cloak of days and nights. Leave me, Buenos Aires, so that I may kiss your lips- For in your lips is the promiscuity of a bed of roses, And a grimace of divine transgression. Fearless temptress, your odor seduces me And captivates my attention. Upon your womb, the altar of delirious Maenads, I revere the humidity of your flowered gardens And praise the ornate coffers where your youth is entombed. Buenos Aires, cat of the harbor, anchored to the corner of the street: I drown my hands in your youth to smash your ornate coffers to pieces, And indulge in the fervor of your moans. From your dissolute womb comes the blithe origin of the world, Bursting into fascinating and perverse tension, The very first understanding of death. (This aside).
Poem by Magdalena Biota
Translated by Jack Tallman
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La mujer, la tierra (y una licencia de clase)
Hay una imagen de gata agazapada en un rincón de la ciudad. El puerto es origen de despojo, también espacio de encuentro. El cuadro que acompaña este texto es otra apuesta en abismo (o mise en abyme, puesta en abismo). Se titula La mar inquieta y es un óleo en lienzo pintado por el artista argentino Alejandro Parisi en 2021, que invita a la contemplación serena de un fenómeno natural inabarcable.
Las olas que humedecen las costas de ambas orillas resignifican las voces para dotarlas de vitalidad en el bramido del presente. De la cultura popular nacida de ese puerto de Buenos Aires, el cocoliche alarma e inquieta, como cada vez que una mujer habla. Y porque esa mujer habla está viva la tradición antielitista, y lo bigotudo tiembla y trastabilla, mientras las aguafuertes nuevas, si es que pudieran ser escritas, recuperan un espacio en la polis.
Datos biográficos
Andrés Amado es compositor y músico. Estudió en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA). Trabaja como docente.
Magdalena Biota es narradora, poeta y flautista. Estudió traducción, letras y gestión de bibliotecas. Su obra poética y narrativa ha sido publicada en Argentina, Francia, España, Perú y México. Su poema Riachuelo fue traducido al inglés en Estados Unidos. Colabora con el Instituto de Literatura Argentina “Ricardo Rojas”, y trabaja en el CONICET.
Matías Medina Silva es compositor y músico. Estudió en el Instituto Municipal de Música de Avellaneda (IMMA) y se graduó en composición en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Trabaja como productor, músico y docente.
Alejandro Parisi es un pintor argentino cuyas pinturas se han exhibido a nivel nacional e internacional. En los últimos años dicta seminarios sobre pintura en la modernidad y sobre la evolución de la figura humana en el arte.
Jack Tallman es graduado de la licenciatura en estudios de inglés y español por la Universidad de Temple, y traductor, editor y corrector de textos. Su especialidad es la traducción literaria y de poesía.