Nadie me preguntó
cuántas manos quería tener

Ni tampoco
si tenía ganas de caminar
por la Calle Oscura

Nadie me preguntó
si quería mojarme
río adentro

Ni si tenía el coraje
de sostener
estatuas con la lengua

Lo único que me dejaron
fueron señales:

El día
y la noche

Lluvias torrenciales
y viento inagotable

Pájaros
que cuidan sus huevos

Plantas sujetas
al almuerzo de la tierra

Y fuegos que arrasan
dejando sólo
cenizas