(Pensamientos en voz alta. Día ciento y pico ¿o un millón?)
Venir acostumbrada a una rutina organizada con agenda propia y de otres…
(Porque sabemos que la maternidad viene con combo extra de carpetas mentales en donde se debe organizar más que lo personal).
Y con miles de actividades proyectadas a realizar
(como ser el acompañar a hijo a su enganche con el club, o llamar para festejar por primera vez en saloncito un cumple),
y de repente recibir un stop en todo eso… la verdad es que tardé en percatarme de lo que estaba aconteciendo.
Al inicio de la cuarentena, cuando una imaginaba que eran unos días de guardarse en casa, modificar rutinas establecidas y demás; hasta logré pensarme “en vacaciones”. Entonces volqué toda mi imaginación en pensar actividades para hacer en casa, pues mi parte más activa y ser madre de niñes, no me permite la inacción.
Arranqué súper motivada: que en un momento se dibuja, en otro bailamos, o jugamos escondidas, o cocinamos, o armamos circuito para estimular el movimiento del cuerpo, o leemos cuentitos, o inventamos historias, o nos disfrazamos, o…, o…
Llegó ese momento en el que no pude inventar más… y acá comencé a transitar esa maldita culpa o carga con la que contamos la mayoría de las madres por no poder más. Esa culpa acompañada de cansancio por el no-corte, por no tener un descanso de les peques… y elles transitando esto a su manera, primero viendo y haciendo de todo, después sin ideas propias de qué hacer con el tiempo, suena varias veces al día “¿qué puedo hacer?” “¿qué puedo dibujar?” “¿me dibujas así pinto?”.
Y frené.
Al tener más tiempo en casa empecé –por pequeños momentos— a dejar fluir: disfrutar el mate, el cocinar (descubriendo que puede ser placentero y es una de las cosas positivas de esta cuarentena que espero no se pierda), hasta en las peleas entre les peques, darles espacio sin intervención adulta.
Fueron incrementándose las horas de pantalla encendida con nuevos desafíos de peleas entre hermanes –quién usa el celu, quién elije primero qué ver, etc.— (que sé que forman parte de la hermandad pero la intensidad y el no soportarlo… ufff).
Solté.
Y también me permití ser observadora, qué ocurre en cada une de mis hijes, qué me ocurre a mí con eso, qué me permito hacer y no hacer. Sigo conociendo a mis compañeres de días eternos de estar juntes solo nosotres.
Muchas veces digo que los quiero rifar y varias veces, el estar agotada y elles con su intensidad, hacen que “envidie” la cuarentena de gente que la está pasando sola y hasta de gente separada. Pero la verdad es que si me paro del lado curioso del asunto, los estoy redescubriendo: qué hace Juli todo el tiempo; con qué se copa Bruni… verlos interactuar entre elles –juegos y peleas—, cómo defienden un chiche, cómo se las ingenian para inventar cosas y adaptarse el uno al otro, armando juegos.
Y todo tiene que ver —o así lo veo yo— en que la mayoría del tiempo recae todo sobre mí. A lo que en “normalidades” sucedía de una forma, ya aprendida; ahora hay que sumarle el no-corte. Me la paso inventando cosas, acompañando enojos, marcando límites, jugando, cambiando pañales, hablando… AH! Y también laburando. Hace unas semanas fui percibiendo que mis únicos “tiempos libres” eran mi terapia y el laburo; sino siempre estoy a disposición de la demanda de les peques estando sola, pues mi compañero es “esencial” —de una forma muy rara a mi entender— y la organización actual lleva a que él vuelva del laburo, le encajo a les niñes y me conecto a la virtualidad. A veces ni llegamos a saludarnos y al vernos más tarde, hay cosas que resolver –morfi, baños, etc.— así que las noches-tardes son nuestras, y el desvelo también ¿será estar pasada de rosca?
Es cierto y agradezco tener espacio en casa, así como que les chiques la estén pasando “bien”.
Pensando un poco más en la generalidad, entiendo que hay maternidades y maternidades; y de las que conozco trato de tomar algún ejemplo para probar: algunas soltaron mas, otras que no paran de hacer, otras a las que no se les modificó tanto nada… y por todos lados veo consejos para esas madres: que se permitan, que no se sobreexijan, que ni se culpen por todo lo que permiten…
¿Y los padres? Entiendo que esto también es una consecuencia de la sociedad patriarcal en la que vivimos en donde los padres siguen trabajando, sin modificar a grandes rasgos sus rutinas, y la que frena sus cosas es la madre, pasa hasta en momentos fuera de la pandemia. ¡Y eso que tengo un gran compañero!
No existiendo manual de madres, es la primera vez que nos toca —entiendo que a nivel mundial— seguir y seguir sin parar; sin contar con el corte (en mi caso, pude seguir laburando) que en situaciones normales nos permite recargar pilas como son las salidas sociales o las actividades recreativas, etc.
Obviamente esto también se aplica a las madres que se ocupan siempre de sus hijes, pero esta vez sin cronograma que ordene horarios y rutinas.
Por mi profesión (psicóloga) estoy en contacto con muchas madres, también tengo una red femenina maternando y me sale pensar que si algo nos faltaba a las mujeres era maternar en cuarentena… por eso (y porque lo estoy vivenciando) me resuena esto de redescubrir a les peques… el tiempo de estar estando, haciendo, permitiendo, fluyendo como te toque cada día; hay veces que te encontrás conociendo otra faceta de tu hije; permití(te)lo, acompañá(te)lo, sin diagnósticos, solo fluyendo y chequeando con elles que —a veces— la tienen más clara que una; si bien es cierto que hay momentos de intensidad emocional que cuando fluyen en sintonía es una fiesta, pero cuando va de reversa, hay explosiones: enojos, gritos, charlas profundas, hasta pedido de disculpas.
Es poner el cuerpo de madre (otra vez, y van…?), y aunque a veces esté más pesado que otras, saber que con esto basta para que les hijes transiten este momento lo mejor posible; a mí, por lo menos, la mayoría de los días me sirve y organiza.
Solo resta seguir el ritmo que cada quien encuentre , haciendo lo que a cada quien le sirva para estar lo mejor posible y que los momentos difíciles o negativos sean menos y más cortos.
Nadie sabe bien cómo hacer, estamos todas en la misma; con lo cual compartir con otras y soltar la carga mental es la que va… y si no te sale o te sale diferente, ¿cuál hay?
Gracias Lucila! Muy buena tu nota y tu propuesta bajando la exigencia y aumentando el placer seguro que las mamás y lo niñxs la van a pasar mucho mejor!!!
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