Me esfuerzo en que el golpe que cayó sobre mí lo haga también sobre cada uno de ustedes, miserables espectadores. Yo me arranco la piedad y el patetismo. No me mostraré lacayo de nada porque no lo soy, antes asesino, antes ladrón. Para mi no se hicieron ni la compasión ni la misericordia. Con el mismo desdén con el que ustedes me liquidarían -y se que eso ocurrirá algún día no muy lejano- con ese mismo rencor doméstico yo ejecuto. Cuando salgo a la calle soy un vindicador de todos los crímenes padecidos y del otro lado están ustedes, el tribunal que me juzga cotidianamente, que me arrojó al mundo condenado y queriendo hacer de mi lo que yo decido no ser.

Frente a esa multitud que clama por mi cabeza y que quiere ver mis despojos rodar sobre la tierra, estoy descarnado y solo con toda la violencia que sea capaz de conjurar a mi favor. Porque la única diferencia entre ustedes y yo es que de mi lado no hay lindos discursos que vengan a ablandar los horrores que mis crímenes van dejando al paso, de mi lado solo queda el sello de la violencia sin causa y sin estatuto. Yo soy una voz que flota en la conciencia pública y causa pavor. Yo erijo un nuevo contrato: teman aquello a lo que le han dado la espalda porque ahí, a la sombra han permitido crecer la fuerza que los destruirá. Esas palabras las veo erigirse en un espacio como de nieblas, entre jirones de harapos. Donde multitudes oscuras acuden a un llamado secreto.

Pero esos sueños ocupan mis escasos momentos de descanso, cuando no soy toda una fuerza dirigida a resistir el asedio de la buena gente que me quiere ver quebrado o loco o suicidado o encerrado. No hay poesía acá, solo justicia, solo simetría.

Pero claro que es más fácil hallar la justicia solo de un lado y llamar a todo lo demás barbarie, crimen, monstruosidad. Algún día deberán hacerse cargo, odiados enemigos, de todo lo que sembraron con sus actos de egoísmo y de indiferencia. Todo se cobra ¿Por qué no habría de ser así? ¿Por qué las injusticias cometidas sobre muchos, tendrían que valer menos que el crimen individual, solitario, que yo cometo?

¿Soy inocente? Soy culpable ¿Soy culpable? Soy inocente. Qué castigo pueden darme, si sobre ustedes pesa el haberme hecho maldito y el haber escupido mi vida; qué otra cosa que una justicia recíproca y simétrica me ha lanzado a la calle a matar a quienes con su vida, han decidido para mí el suplicio ¿Por qué, acaso, si soy una voz que flota libre en algún punto de la conciencia pública, habría de estar lejos de mis labios este día el nombre de Raskolnikof?