Miro hacia atrás y veo un paraíso feliz. Instagrameable y glamoroso. Tal vez algo plástico. Sobre todo rentable. Quisiera que el parque tuviera una máquina del tiempo. Viajar hasta esa mañana jugosa. Tan sencillo como decirles “no” a esos dos
retorcidos que llegaron regalados y pidiendo trabajo.
Recuerdo bien el día. El anterior, estrenamos el desfile “Un Mundo, Un sueño”, retrospectiva de todos los personajes hasta hoy. Música, magia, baile. En definitiva lo de siempre pero presentado como nunca.
Cacho era de Haedo y, El Enano, de Laferrere. Nuestra política de diversidad exige cuota bananera y ese mes no habíamos contratado a nadie. Los tomamos a los dos. Cacho contó que con Tolcachir había trabajado mucho en Timbre 4. Le sobraba para hacer de Mickey. Julito, El Enano, no paraba de comer. Medía 1,52 y su fisic du rol daba perfecto para acompañar a Blancanieves.
En dos meses el glamour se fue a la mismísima mierda. Al principio sonó entretenido. Cacho era extrovertido y cuando los pibes le pedían una foto, él posaba con el traje de Mickey haciendo la V en la estatua de Walt Disney. Pero empezó a
sumar cotillón. Que remera “Braden o Mickey”, que chori y redoblante. A la semana metió marchita, y para fin de mes tenía colgado un pasacalle en la entrada principal del parque. “Cacho Conducción – Vote Lista 1 Celeste y Blanca”.
Ese día, juntó a todos los Mickey en el playón. Entre tres tiros, globos aerostáticos y bombas de estruendo, armaron el primer plenario gremial. Con el traje a medio poner y bastante picado, Cacho les llenó la cabeza a los demás Mickey con que
ellos eran la verdadera atracción del parque. Hablaba de aguinaldo y boleto gratis para todes. Así, en inclusivo. Terminaron exigiendo vacaciones pagas y hoteles sindicales en Miami.
Y ya no paró. Cada vez que nos cruzábamos, se sacaba la cabeza y me gritaba: oligarca, gorila. Creo que por eso le puso así al sindicato. SIMIO: Sindicato Interno de los Mickeys de Orlando. Me pedían cualquier cosa, los 17 de Octubre no querían
trabajar. Armaban marchas con ratones que traían en micros desde otros parques. Le pusimos un apercibimiento y estuvo cuatro días suspendido, sin venir a trabajar. Lo fueron a buscar a la casa y lo trajeron en andas. Terminaron todos en cuero,
festejando, y con las patas de Mickey metidas en las fuentes. Ese día salió al balcón del castillo. Levantó los brazos y gritó desaforado ¡“Compañeros!”. La plaza ardía. Y al poco tiempo la sumó a Minnie. La llamó la Jefa Espiritual del Movimiento. Me
armaron una rama femenina en pleno parque temático.
Igual la piel de Judas es El Enano. Ese tipo es imposible. Porque con el Sindicato de los Mickey, mal que mal, arreglás. Pero ese enano…. Armó un sindicato paralelo, sin jerarquías. Se autodefinen Enanos y Trotskistas. Lo bueno es que no juntan mucha gente. Son siete más Blanca Nieves, de ahí no pasan. COGEN. Confederación General del Enano. Sí, parece un chiste de mal gusto. Tienen el mambo de armar un movimiento internacionalista, por eso la sede la metieron en EPCOT, en la parte de los países. ¡Enanos proletarios del mundo, uníos!, gritan todas las tardes los petisos subidos a la Torre Eiffel.
El SIMIO, en cambio, tiene base en el parque del castillo. A Cacho le gusta el movimiento, la gente, el balcón. Sobre todo el balcón. Va del castillo a los juegos y de los juegos al castillo. Y es primero en llegar a la mañana. El primer trabajador.
Se expandieron como plaga y le metieron ficha a los demás personajes. Las princesas se agremiaron al toque. Qué eran objetos, qué las cosificaban. Están terribles. El sindicato de animales, en cambio, tiene mucha división. Quieren
agremiarse por especie. El problema ahí es el encuadramiento sindical de Goofy. ¿Es perro, es caballo? Nadie lo sabe bien. Y ya empezaron los tironeos entre los distintos sindicatos.
Igual, después de mucha confrontación, terminamos en un acuerdo. Asumimos que no nos los vamos a sacar de encima y habrá que ceder a algunos de sus reclamos. Ojo, la gente que viene al parque hasta está contenta y medio los banca. Es que son simpáticos los tipos. Y se mandan unos festejos que dan envidia. Negociamos que los parques abren con el tema Once Upon a Dream y se cierran con la Marcha de los Mickeys. Todavía me atraganto viendo salir a toda la gente, en cuero, feliz y revoleando la remera mientras cantan “para que reine en los parques, el amor y la igualdad”.
Ilustración: Marcos Amayo.
Excelente!
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