Sonido número uno
El sonido del frío
en el lado más a la izquierda del corazón
mientras la luz se vacía en Panamá
el sonido del parpadeo contra el sueño
contra la tierra de tu memoria.
Estoy en mí velando.
El principio de la tortuga
En mi cama de niña
a las cinco de la tarde
el sonido de lo palpable:
un pie sobre el cemento
un pie que despierta de la siesta
la pálida luz del cuerpo ausente
el eco de la campana y su resistencia
las habitaciones deteniendo las horas.
El principio de la tortuga es sencillo:
la esperanza se viste siempre despacio
y se aproxima un poco al rosa
y aunque no fui promesa, ni ruido, ni figura pintada
jamás cuestioné mi cachorro más libre.
Hijos predilectos
Antes del color de esta tarde
arrastrando sus pies por la memoria de tu frente en mi frente
antes del limbo de tu voz
hablándole al hermano pobre del miedo
antes de la ventana cerrada
con su fuga biodegradable y su musgo silbando monótono
tú y yo confiamos
hasta desplomarnos sobre el retrato de nuestro retrato
fuimos contra todo pronóstico
los hijos predilectos
de esta vengativa raza de hombres útiles.