Sombra. Luz. Luz matinal. Suave brisa. Camina despacio, por las calles tibias. Grrrrr. Tose. Mi voz. Caramelo de miel. Barbijo primero. Ahora sí. A-E-I-O-U . Estirar un poco. Cuidado con el perro. Huele mi miedo. Endorfinas. Estornuda, pero se tapa la boca, no me toca. ¿Me toca? Lo paso y no respiro. Ya está. Baldosa floja. La salto. ¡Hen panta! A-E-I-O-U . AEIOUAIOU.
El señor llegó al teatro. Tuc-tac-tuc-tac. Resuenan los escalones. Se lava las manos y se sienta frente al espejo. Puedo respirar mejor sin esta cosa en la cara. Me la saco. Se la saca y respira profundo. Se seca la transpiración del rostro, y parece como si también respirara por los poros. ¿Será así? No creo. Espero que no. Las gotitas al piso, pero los aerosoles. ¿De quién? ¿Quién estuvo antes que yo? Sería injusto. Non intres in judicium cum servo tuo, Domine. Se lava el rostro y toma su bolso. El señor se desviste y se viste. La ropa de la obra es incómoda. El jubón español es muy ajustado. Golpean. -Adelante. La muchacha saluda y se acerca. Barbijo y guantes. Me siento y cierro los ojos. Base, y rubor apenas. Puede ser peor. Ahora no me queda otra y los abro. Con delicadeza me delinea las pestañas.
-¿Sabés cuántos?
-Los suficientes- me contesta.
Aforo. Aforismo de lo que hay. Es lo que hay.
-Merde!
-Gracias.
Se va. Me quedo y espero. Ya pasaron los escuderos sopranos. Son sopranos en tanto que hay contraltos, barítonos, mezzosopranos… ¿Será? ¿O es que sólo le pegan donde tienen que pegarle, y es en sí mismo y ya? ¿Un soprano es un fenómeno composible en tanto que existe a causa de que existen mezzosopranos y contraltos..? ¿Qué es componer? Yo compongo, tu compones, él compone… No importa. Qué importa. ¿Qué importa? Qué me importa.
- ¡Por supuesto! ¡A todo lo que vuela yo le disparo! -Uff… muy tenorino lo mío.
- ¡Por supuesto! ¡A todo lo que vuela yo le disparo! – Mejor… ¡Hen panta!
El señor se acomoda las calzas. Me aprietan mucho. ¡Ah! Le voy a poner talco a las botas. Me transpiran mucho los pies. Maldita Europa. A quién se le ocurre recorrerla en busca delmayor tesoro usando estas botas. Adarga y espada. Hasta al manchego imitador le debe haber molestado su vestuario. Tres veces. De ida y de vuelta. Y una más, pero de barro y sueñera. Más barro que sueñera. ¿En todas las épocas habrán sudado los pies? Pff… qué pavadas…
La risa de Kundry. Ya voy. Inefable espera incómoda. Y sin embargo, qué pasa. Nada. Siempre igual. ¿Siempre igual? Hoy no parece igual. Algo pasa. ¿Qué pasa? Siento algo en la voz. ¿Se puede sentir algo en la voz? ¿Cómo se siente una voz? Pero, ¿qué puedo hacer? Rubicón. Presión en el pecho. ¿Angustia? Puede ser. No creo. Retorcijones. Me duele la panza. ¡Ay! No, no puede ser. Ahora no puedo ir al baño. No, pero no. No es eso. ¿Qué es? Me duele la voz. ¿Me puede doler la voz? Tampoco es dolor. No sé qué es. Pero algo es. Qué calor. Necesito descansar las piernas.
El señor se sentó frente al espejo, en la penumbra del camarín, hasta que golpearon la puerta. Ya es hora: le toca. Me toca y ahí voy. Cruzo la puerta. Rubicón. Pasillo oscuro. Telón. Los escuderos me escoltan. Uno me agarra. El otro solo me toca. Creo que sí. Puede doler la voz. No la garganta. La voz. Mi voz. Tu voz. La del escudero soprano y la del contralto. Ahí vamos. Ahí voy. Ardor. y de ver más ardor le dio a los míos . Sombra. Luz. En la cara. Me toca. Ya me toca a mi. El ardor. En la voz. La luz. En la cara. Me duele la voz. Una voz que duele… y sale. La peste. Toda peste. Peste de todo. Hasta que canto. No, no canto. Toso. Un cuerpo extraño. Extraño un cuerpo. Una tos:
- ¡Hen panta!
Que buen cuento! Heraclito contento
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