En el poema reflejado:
Soy dardos
que sortean mi cabeza
dejando rastros de veneno púrpura
como la nube de un pasado remoto
divulgándose por las partículas 
del gas en donde crezco

De calor se retuerce
mi cara anterior

un hielo macizo
atractivo para los martillos
que golpean el péndulo
del ritmo de los callejones
arrastrados entre Lunas

En este poema:
Soy un pasillo estrecho
de hongos filosos 
posados en las manos
de la carta oculta 
inclinada en el mazo
del más débil entre los débiles

(Mientras se cae una semilla
modificada ilegalmente
por los cerebros intuitivos
del campo sin espinas

aparece en la espalda
que me es cercana
una llaga de milenios futuros)

En el poema otro:
Soy el dormido 
que atardece entre las señas
de un pequeño pueblo 
dentro de una gran ciudad
que se escapa de su aldea

La distancia
entre mi poema y mi cuerpo:

Me llevo todas las calles
al interior de mi estómago
puedo lavar todas la veredas
en un abrir y cerrar de boca