En el poema reflejado: Soy dardos que sortean mi cabeza dejando rastros de veneno púrpura como la nube de un pasado remoto divulgándose por las partículas del gas en donde crezco De calor se retuerce mi cara anterior un hielo macizo atractivo para los martillos que golpean el péndulo del ritmo de los callejones arrastrados entre Lunas En este poema: Soy un pasillo estrecho de hongos filosos posados en las manos de la carta oculta inclinada en el mazo del más débil entre los débiles (Mientras se cae una semilla modificada ilegalmente por los cerebros intuitivos del campo sin espinas aparece en la espalda que me es cercana una llaga de milenios futuros) En el poema otro: Soy el dormido que atardece entre las señas de un pequeño pueblo dentro de una gran ciudad que se escapa de su aldea La distancia entre mi poema y mi cuerpo: Me llevo todas las calles al interior de mi estómago puedo lavar todas la veredas en un abrir y cerrar de boca