Recuerdo la primera vez que ví Magical Mistery Tour: me quedó grabada la escena donde Lennon hace de mozo, e introduciendo una pala en una montaña de fideos depositada en una carretilla los va sirviendo en la mesa de una señora gorda; desbordándose el plato primero y la mesa después, la gorda riendo y Lennon con unos bigotitos y una especie de risita indescriptible. Me parece una “linda” imagen para describir el estado actual de la situación: del capital, del planeta tierra y de los seres humanos. La barbarie. La verdad que el agregado del planeta tierra no se justifica, es pura imaginación mía, no se me ocurre qué podría representarla en la escena. No importa, la metáfora me gusta igual. Creo que John vendría a jugar el rol del capital. Nos ofrece fideos, no para de ofrecernos fideos, no deja que el cerebro respire frente a la montaña en erupción de fideos —y ahora que lo pienso, esta escena es un gran antecedente de la lógica implícita detrás de los tenedores libres—. Es verdad que la mayor parte de la población se caga de hambre, pero el tema no pasa por ahí. Es el deseo, o mejor, la conquista del deseo, de nuestras subjetividades por parte del Pac-Man capital. Y la interminable risa/llanto de la señora gorda también pasa por ahí. Leí o escuché que la escena nació de un sueño de John, un sueño “metafóricamente futurista”.
Por eso el futuro distópico no tiene sentido. Es, lisa y llanamente, el presente.
Lo peor de este mundo —si es que es posible decidirse por algo— es la falta de creencia en un sentido general. Detrás de toda acción hay una presencia o ausencia de creencia. Desde un punto de vista individual, lo que nos mueve a ser solidarixs, compañerxs, luchar contra las injusticias, no es sólo tratar de convertir al mundo en algo mejor sino —mucho más trascendente— tratar de ser mejores nosotxs. Pero ser mejores es, antes que nada, creer que somos mejores. Un acto de “bondad” me devuelve la imagen que quiero dar que a la vez se corresponde con la imagen que yo tengo de mi mismo. Y se podría decir que creo en esa imagen: yo la creo. Si lo que hice fue realmente bueno o malo no es importante (al menos en este nivel). Lo que es indispensable es no olvidar que para hacer “el bien” es indispensable creer. Esto no quita la existencia de turros que se piensan que hacen el bien, pero en verdad generan lo contrario. O de otrxs que hacen el mal disfrazándolo/se de bien: lo importante es que para “ser bueno” una condición sine qua non, aunque no suficiente, es creer.
Volvamos a este mundo de caca, a esto de que “es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Nos está faltando la creencia y es un elemento crucial. La crítica a este mundo que no va acompañada por algún tipo de “fe” se vuelve cinismo, un hervor que se consume a sí mismo. Por eso, retomando la frase de Marx “la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar” hoy el tema no pasa tanto por ser conscientes de que lo que nos propongamos como humanidad es por eso mismo algo posible, sino que, lisa y llanamente, nos propongamos algo. Dejemos la manera, las formas para después. Esto es clave ya que si pensamos las formas para alcanzar ese futuro antes de imaginarlo, lo único que vamos a hacer es llevar este presente a ese futuro: esto es lo que suele definirse como “realismo”. Genera apatía y depresión o, simplemente, ideas mediocres. Para que podamos quebrar el no horizonte distópico que el capital nos ofrece, tenemos que deshacernos de todo lo que nos rodea (incluidos nosotrxs), tenemos que elevar la imaginación no elevando sino quebrando las pretensiones. Como una partida de ajedrez donde la única alternativa es agarrar tablero y fichas y romperlas en mil pedazos.
El nombre de esta edición de La Isla es “El Futuro es una invención” porque el futuro es literal y metafóricamente un invento, una moneda con infinitas caras en el aire. Realmente nadie sabe qué es lo que va a suceder y aunque probablemente el futuro no sea puro azar sí es puro azar el hecho de que le peguemos o no con el pronóstico. O, para ser más preciso, a veces el azar puede ser un elemento que nos permita expandir nuestro horizonte de posibilidades, un aliado de nuestro proceso creativo de invención. Y la palabra invención remite a la idea de un científico loco que inventa algo que, de tan abrupto y disruptivo, hasta puede llegar a ser indecible. Invención es algo realmente nuevo.
Inventar el futuro es una tarea urgentemente irrealista. Ideal para pensar desde La Isla.
Guido el tema del tiempo distorsionado, la falta de una real sensacion de los trayectos , acuerda con esa idea de futuro que ya es distópica.
Muy bueno y que lindo esta para seguir leyendo!!!
como siempre y como esperable, la pluma de Guido y la de los habitantes de La Isla, nos ayuda/an a pensar y a renovar nuestras ideas. Gracias . Me gusta mucho leerlos y deseo larga vida para todos y todas.
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