“Te convido a creerme cuando digo futuro” Silvio Rodriguez
Corre el año 2210. El planeta Tierra sigue girando en su órbita elíptica alrededor del Sol, junto a Venus, Saturno, Marte, Mercurio, Júpiter, Urano y Neptuno. El sistema solar sigue ubicado en una nube interestelar del brazo de Orión a unos 28.000 años luz del centro de la Vía Láctea. Hay también cometas, centauros y polvo cósmico que viajan libremente por este espacio. El viento solar crea una burbuja de estelas y la nube de Oort sigue siendo el límite del este sistema; su borde está ubicado a un año luz desde el Sol.
Sin dudas en la Vía Láctea han ido ocurriendo algunos cambios, seguramente imperceptibles para la mayoría de la humanidad que ha estado muy ocupada en otros menesteres. Estrellas lejanas o cercanas que ya no están. Otras nuevas que han ido apareciendo. Pero el sistema solar sigue suspendido en la vastedad de este universo. La Luna continúa siendo el satélite de la Tierra. Se ausenta en las noches estrelladas cuando el cielo es negro y profundo. Y está presente como satélite luminoso en sus distintas versiones: luna llena, menguante o creciente. Mientras gira alrededor de la Tierra en su cotidiano devenir.
En un paneo ancho y generoso buceamos sobre todo el planeta y podemos observar que están de fiesta. Desde todos los continentes potentes juegos luminosos lanzados al espacio bucean serpenteando a través de las remotas estrellas. Se está conmemorando el fin de una serie de tragedias pandémicas, ecológicas y sociales que un par de siglos atrás azotaron duramente a la Tierra. Murieron millones a causa de terremotos, maremotos, enormes desmoronamientos y sequías extenuantes seguidas de imparables inundaciones. Aluviones de barro y agua cubrieron poblaciones enteras. Fueron épocas difíciles. Durante casi toda la primera mitad del SXXI las catástrofes se sucedieron incansablemente. Y los humanos se convencieron de que la posibilidad de vida en su planeta estaba finalizando. También, pero quizás con demasiada lentitud fueron comprendiendo que la humanidad era la única responsable de todas las calamidades que la azotaban.
Mientras tanto como un árbol que va torciéndose lentamente y busca el suelo, el capitalismo iba dejando sus raíces al aire y sus ramas secas se estiraban hacia el cielo clamando por su alimento vital. El consumo. Así, azotado por su peor plaga y acompañando la muerte de multitudes a causa de pestes o hambrunas, el capitalismo fue desapareciendo sin pena ni gloria. Casi nadie lo lloró. Como contracara de aquella alegría con la que su nacimiento fue recibido. En estos tiempos los humanos no se podían dar el lujo de reflexionar demasiado, estaban muy ocupados, casi como el primate, sólo en sobrevivir.
Mientras tanto el 1% de la población mundial que ya poseía el 50% de la riqueza desarrolló nuevas tecnologías que le permitieron huir hacia el espacio. En un principio esa tecno elite pensó en viajar a otros planetas pero pronto desistió. De los que integran nuestro sistema solar el único que parecía ofrecer ciertas remotas posibilidades de vida era Marte y estaba demasiado lejos. Así que, guiados por un grupo comandado por Elon Musk, fundador de Tesla una de las primeras empresas planetarias espaciales, optaron por contratar a reconocidos científicos para que construyeran ciudades orbitales suspendidas alrededor de la Tierra. Abastecido por energías autorenovables ese mínimo porcentaje de humanos es hoy atendido por robots que hacen su vida muy placentera además de inmensamente aburrida. Viven regiamente olvidados del planeta al cual saquearon durante unos cuantos siglos. Ignorantes de la responsabilidad que les cabe, visitan la Tierra muy de vez en cuando. Sólo los mueve cierta curiosidad acerca de cómo logró la humanidad sobrevivir dignamente a todas las epidemias y catástrofes ambientales del SXXI. Si bien este hecho no deja de asombrarlos tampoco los incita a volver. El régimen de vida adoptado en el planeta es definido por ellos y ellas como totalitario. Saben que les impediría seguir usufructuando ventajas que llaman ampulosamente “mis derechos y mi libertad” y no están dispuestos a perderlas. Así las cosas se fueron acomodando “como los melones en el carro cuando este comienza a andar.” Y se puede decir que fue un buen acuerdo al que llegó la humanidad casi “naturalmente”. Acuerdo que no fue nunca debidamente explicitado porque no fue necesario. Algunas veces las cosas suceden así. Inexplicablemente. Imposible hubiese sido imaginar este escenario para los humanos que vivieron a comienzos del SXXI, muy desvelados sobre cómo iba a acontecer el fin del capitalismo. Les resultó imposible imaginar este éxodo. Sin embargo visto a la distancia fue un comportamiento predecible. Ya que se asemejó a acaparar los botes salvavidas en un naufragio y no se podía esperar otra cosa de ellos. Para ser francos los sobrevivientes que quedaron en la Tierra enseguida se sintieron aliviados con su huida. No eran útiles en absoluto.
Hacemos zoom sobre Latinoamérica acercándonos al país más austral de este continente, Argentina. Están festejando el 25 de mayo. Importante efemérides que se enlaza con la celebración mundial del fin de las pandemias que se celebra este año en todo el planeta. Los “tiempos grises” como se los ha dado en llamar ya que la tierra había adquirido un color ceniciento perdiendo gran parte de su riqueza. Las desgracias ecológicas, incansables luciérnagas se prendían y apagaban a lo ancho y largo de todo el planeta. En Argentina ya han pasado cuatro siglos desde su recordada revolución de Mayo. Se llamó así a una serie de sucesos ocurridos en Buenos Aires, capital del Virreinato del Rio de la Plata; dependiente del rey de España. La famosa semana de Mayo ocurrió entre los días 18 y 25 de 1810, fecha en la cual se destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se lo reemplazó por la 1ra Junta de Gobierno integrada por ciudadanos ilustres, presentes ese día en el Cabildo. Y ahora, el 25 de mayo de 2210, el país festeja por partida doble. Su revolución de Mayo y el final de “los tiempos grises” acaecido hace ya casi dos siglos
Hacia allí se dirigen Juan y María caminando apurados por Avenida de Mayo. A su lado casi corren, Baltasar y Dolores. El primero es el hijo mayor del matrimonio. Tiene 17 años. Está entusiasmado porque el año próximo va a comenzar su ciclo superior de estudios en biología ecológica, que es su gran pasión. En estos días Argentina se ha convertido en un nutrido mapa de postas. En cada una, robots de tamaño natural representan a distintas personalidades con las que se podrá charlar un tiempo prefijado. Baltasar corre a encontrarse con Lyn Margulis, una de sus mayores ídolas. Lleva escritas las preguntas que piensa hacerle. Y los planteos de algunas cuestiones, para él confusas, en las que cree que Lyn podrá ayudarlo. Los robots se distribuyen en todo el territorio argentino y representan a las personalidades más votadas durante el año anterior. Están ubicados en lugares estratégicos de las principales ciudades y pueblos. Baltasar está encantado porque Margulis logró los votos necesarios para presentarse ese 25 de mayo y su cita es a las 11 en el famoso Cabildo. Les quedan apenas 10 minutos para llegar. Por suerte ya están cruzando la calle Perú así que casi seguro lograran estar a tiempo.
Los robots son reproducciones exactas, a tamaño natural, con los que se puede dialogar libremente. La teoría de Margulis fue un pilar fundamental para que la humanidad saliese adelante durante los “tiempos grises”. En la Tierra habían quedado unos pocos millones de habitantes que decidieron cambiar el rumbo de su historia planetaria y Lyn desde sus libros y videos los ayudó mucho. A mediados del siglo XX había escrito “que no es solo el más fuerte o el más apto quien logra sobrevivir, también es fundamental que los organismos puedan cooperar para que la evolución suceda”. Imaginen que para el neodarwinismo de la época, que se acoplaba y alimentaba a la perfección con el sistema económico capitalista, lo de Margulis sonó a herejía. Alrededor de 1950, tras releer unos trabajos que muchos de sus colegas habían desestimado, Lyn sentó las bases para su teoría sobre el origen de las células complejas. “La simbiogénesis mostró que los humanos no somos los vencedores de la cadena evolutiva, sino una parte ínfima en una extraordinaria red de cooperaciones entre seres vivos que ha permitido la continuidad de la vida.” Esta demostración condujo a que lentamente se produjera un cambio de paradigma. Hecho imprescindible para que la humanidad sobrellevase el derrumbe total y pudiera atravesar lo que restaba del SXXI. Baltasar da pasos largos y decididos hacia Margulis a la que ya pudo ver por encima de las cabezas de un grupo reunido en las puertas del Cabildo. Sentada en una alta banqueta, con su cabello rubio y su ancha sonrisa está dialogando animadamente con la persona que antecede a Baltasar; y él está decidido a aprovechar al máximo su cita. Quiere que le cuente cómo lo logro. Con sus pocos años ya sabe que no es fácil cambiar un paradigma.
Juan y María caminan rápido a su lado. También están entusiasmados con Baltasar y su actitud decidida para adentrarse en los misterios de la ciencia. Han conversado con él y le han transmitido todo lo que saben acerca de sus ancestros, Lo que sus padres, abuelos y alguna bisabuela (que por suerte llegaron a conocer) les contaron acerca de los “tiempos grises”. Distintas profesiones y especialidades arman su árbol genealógico. Sociólogas, economistas, músicos, docentes, escritoras y artistas componen amorosamente ese árbol. Y él quiere estar “a su altura”. Conoce sus historias deshilachadas por los recuerdos. Sabe que las subjetividades sin quererlo tiñen las memorias. Y siente como corren por sus venas las desventuras y alegrías de sus ancestros. Con eso le alcanza.
Dolores acompaña a su hermano bastante a regañadientes. No entiende por qué eligió a una científica que vivió tantos siglos atrás. Tiene 15 años y su sueño es ayudar a “reconstruir” la selva del Amazonas. Entre los SXX y XXI el pulmón del planeta fue convertido por los humanos en la mayor fuente de dióxido de carbono. Llegó a emitir tres veces más que lo que absorbía. Lola sabe que el cambio que sufrió la selva tropical se debió a la gran deforestación producida por incendios, en su mayoría intencionales, que permitieron sembrar soja y criar ganado en esos territorios robados a la selva. Productos muy redituables en el mercado internacional de aquella época. Un hito histórico fue la bajante del río Paraná que en el 2021 afectó a todo el litoral argentino. La zona sufrió “estrés hídrico” con graves consecuencias económicas para el continente.
Cuando Baltasar termine su conversación con Margulis, Dolores ha elegido charlar con Greta Thunberg. Su cita es a las 13 en Belgrano y México. Tiene muchas preguntas. Lo que más la intriga es cómo logró Greta hacerse escuchar. Sabe que se hizo famosa antes de los “tiempos grises”, cuando la humanidad aún no había concientizado la gravedad de su drama ecológico. Cómo se hizo oír es una de las cuestiones que más la intrigan a Lola. Sabe que toda su vida Greta siguió dando batalla y que mientras tanto tuvo que atravesar junto con el planeta records de calor, fuego y agua sobre todo en India, Libia, Japón y Pakistán. Que trabajó incansablemente para evitar que siguieran sucediendo. Y que junto a otros especialistas descubrió que antes del 2030 los aumentos graduales de las temperaturas se daban en el planeta en relación directa al aumento de fenómenos extremos. Pero que luego esa tendencia se hizo menos lineal y más irregular. Entonces se llegó a la conclusión que ese cambio se debia a las sequías extremas y al deshielo del Mar Ártico. Dolores sabe que Greta vivió el fenómeno de las grandes inundaciones planetarias, y que muchas terminaron no retirándose sumergiendo para siempre pueblos enteros. Pueblos que se convirtieron paradojalmente en lugares turísticos muy visitados por los amantes del buceo. Sabe que Thunberg comenzó como “una voz en el desierto” y terminó siendo escuchada y respetada por todo el planeta. Por eso la eligió. Lola colecciona frases y su favorita es una de Greta. “Cuando empezamos a actuar, la esperanza está por todas partes. Entonces, en vez de buscar la esperanza, busca la acción. La esperanza va a llegar”
Siendo muy pequeña Dolores había encontrado en su casa la colección “El diario de Pilar”. La amó como sólo aman los niños. Incondicionalmente. Y la acompaño durante toda su infancia. Especialmente uno de los libros que cuenta las aventuras de Pilar en el Amazonas la fascinó de tal manera que continúa siendo hoy su libro de cabecera. Aún más cuando se enteró de que esa colección había pertenecido a una de sus tantas lejanas y queridas abuelas. Allí encontró un señalador ya amarillo con una leyenda que dice: “Debe haber sido divertido ser veinteañerx en los 2000, tenías tiempo de pasarla bien y tener bebés antes de que el mar se prendiera fuego”. Sugestiva e increíble frase que por supuesto también atesoró y le confirmo el rumbo que pensaba imprimir a su vida.
Dolores ha estudiado acerca de cómo se viene trabajando para reconstruir y reforestar el pulmón de oxígeno que alguna vez fue la selva del Amazonas. Y está esperando tener 18 años para viajar y participar en las cuadrillas de estudiantes de variadas disciplinas que cada año, provenientes de todo el planeta, hacen sus prácticas allí. Hoy siente que esa lejana abuela la acompaña mientras camina hacia su cita con Greta.
Cuando concluya la charla con Thurnberg la familia piensa ir a almorzar a uno de los restaurantes temáticos que bellamente decorados flotan sobre el rio de la Plata. Muchos veleros y lanchas pasean dejando estelas. Los peces nadando livianos se dejan ver fácilmente. Hace muchos años que el río se ha descontaminado y los habitantes de la ciudad han vuelto a disfrutarlo como ocurría muchos siglos atrás. Las playas son muy concurridas en verano. La familia se deleita contemplando desde lejos a Buenos Aires engalanada en blanco y celeste. Han elegido un restaurant que ofrece una gran variedad de platos típicos de América. El padre adora a Cuba y su comida. María piensa disfrutar un buen ceviche peruano. Dolores y Baltasar esperan ver el menú para elegir. Están contentos. Es un día de fiesta y todo lo que los rodea excita tanto su curiosidad como su admiración. Dudaron si almorzar en una de las plataformas espaciales que a baja altura surcan el cielo ó hacerlo en este restaurante flotante. Ahora allí, mecidos por las olas del Rio de la Plata se sienten satisfechos de su elección.
Después del almuerzo los padres se van a dedicar a hacer sus respectivas visitas y Baltasar y Lola no se lo quieren perder. María es historiadora y profesora de literatura americana. Eligio para charlar a Sibila Sotomayor, una de las autoras del himno “Un violador en tu camino”. Fue integrante del colectivo Lastesis junto a Rita Segato, Judith Butler, Silvia Federici y muchas más. Este himno se cantó por primera vez en el SXXI, el 18 de noviembre de 2019 frente a la 2da Comisaría de Carabineros de Chile, en Valparaíso. Se repitió unos pocos días después en Santiago de Chile frente al Palacio de Tribunales de Justicia. Allí fue grabado por una universitaria anónima que lo difundió por las redes. Enseguida logró miles de reproducciones y dio la vuelta al mundo. Su objetivo era denunciar el acoso callejero, los abusos, las violaciones, los femicidios y las desapariciones forzadas de mujeres y disidencias. De a cientos de mujeres de distintas edades, con los ojos vendados con telas negras, representaron con mucha energía la perfomance en todo el planeta y lucharon para vencer a la sociedad patriarcal que con su hegemonía masculina violenta les había traído tantas injusticias y sufrimientos.
En el SXXI durante más de un año Dafne Valdés y Sibila Sotomayor, especialistas en artes escénicas y Paula Cometa formada en Diseño e Historia fueron ideando esa perfomance. Luego la publicaron explicando la coreografía y el vestuario para que los movimientos feministas de todo el mundo lo replicaran como dispositivo interdisciplinario. Rescataban la por entonces novedosa idea de que no todos aprendemos de la misma manera y que no sólo se aprende leyendo. Sino que también se aprende a través de lo visual, de lo textil, del movimiento del cuerpo y de lo sonoro. Actuando la canción denunciaban a la Justicia y a las instituciones patriarcales, a las fuerzas de seguridad y a los poderes políticos por no defender a las mujeres de la violencia machista que ejercía sobre ellas la sociedad patriarcal. El colectivo Lastesis y el himno recorrieron el planeta traducidos a cientos de idiomas. Y después de un largo tiempo la sociedad patriarcal terminó cayendo arrastrada por la caída del capitalismo. Ambos se nutrían recíprocamente y se acompañaron hasta el estertor final.
Regresemos a María, la mamá de Baltasar y Dolores que eligió a Sibila Sotomayor llevada por una idea similar a la de su hija con Thurnberg, quiere saber cómo lo lograron. Conocer como historiadora la génesis de ese movimiento le parece fundamental. Han contratado un taxi aéreo que los llevara desde el restaurant hasta el Parque Chacabuco. Hermoso pulmón de oxígeno muy importante para Buenos Aires. El taxi los trasladará con rapidez y ellos así ganan tiempo para seguir disfrutando la sobremesa. Significa un gasto extra pero la situación lo vale. Los servicios de transporte básicos no tienen costo para los habitantes que pueden utilizarlos mediante un boleto mensual que entrega la Secretaría de Transporte. No así el taxi aéreo, al que se considera transporte no básico.
Durante el almuerzo tanto Baltasar como Lola fueron contando entusiasmados sus entrevistas. Ahora ha llegado el brindis. Y cada uno va a expresar su más preciado deseo. Que llegue pronto mi ingreso a la universidad, pidió Baltasar. Ojala ya tuviese 18 años para viajar por fin al Amazonas dijo Lola con su ancha sonrisa. María brindo por la terminación de su último libro que le ha demandado más tiempo del que había imaginado. Pero lo que más sorprendió fue el brindis de Juan. “Por mi próximo viaje”. ¿Qué viaje?, preguntaron. No puedo contar nada más por ahora, respondió sonriente. Su hijo y su hija siguieron incitándolo para que contase. Pero Juan mantuvo su enigmática sonrisa y no volvió a hablar. Quedó flotando una intriga sorda que ni siquiera se disipó cuando el taxi sobrevoló la ciudad engalanada y se acercó al pulmón verde del parque Chacabuco.
Los tres miran desde lejos a María que habla acaloradamente con Sibila. Los chicos no dejan de intentar que el padre les cuente más. Hace 9 años atrás Juan, que es filósofo y astrónomo, participó de un viaje interplanetario que demandó mucha preparación y que lo alejó por un tiempo largo. Casi dos años. Y ese recuerdo ahora está flotando en el ambiente. En la Tierra actualmente estos viajes son considerados de interés planetario. Son planificados y llevados a cabo por grupos intercontinentales. Revisten extrema confidencialidad y que su padre en el brindis lo haya mencionado hace que Baltasar y Dolores sospechen que debe estar muy próximo. A María se le cruza el anuncio de su marido como una sombra, mientras conversa con Sibila. Juan podría haber esperado un poco para decirnos esto e incluso tendría que habérmelo dicho primero a mí. Se siente enojada pero espanta a los fantasmas y decide que no le impedirán disfrutar al máximo su entrevista con Sibila. Hace mucho que la viene planificando. Los viajes de Juan les producen a todos sentimientos contradictorios y difíciles de explicar. ¿Ha sido premeditado el momento que eligió para anunciarlo? María cree que ella tendrá que esperar a que la noticia le decante como el café en el filtro. Está segura que recién después va a poder abordar a su marido con más tranquilidad. La que más le preocupa a Juan es precisamente María y se siente culpable de no habérselo contado antes. Pero no pudo. El brindis le permitió ganar quizás un poco de tiempo, y darles la posibilidad de que vayan familiarizándose con la idea. Hasta que él pueda decirles a dónde va a viajar.
Juan es un científico reconocido. Realizó investigaciones reveladoras sobre la “Simbioesfera” como otro modo de entender lo humano. Un universo de relaciones biológicas y tecnológicas de la que nos es imposible escapar y donde lo humano no es necesariamente lo central. “Somos tan solo una de las cerca de nueve millones de especies de seres vivos que convivimos en la Tierra” es la frase con la que Juan inicia habitualmente sus charlas. Este 25 de mayo a las18 se va a encontrar en el Planetario con el robot que representa a Edward O. Wilson, entomólogo y biólogo estadounidense del SXX. Uno de los primeros en hablar de “la biodiversidad y de la la biofilia como la mejor manera de gestionar la vida humana en cualquier ámbito”. Las pandemias que castigaron a la Tierra durante gran parte del SXXI difundieron de manera masiva imágenes microscópicas de virus, de infografías de cuerpos en situaciones de contagio y de cuadrículas de Zoom. Nos familiarizaron con la representación de nuestras innumerables y constantes interacciones. Y además y por sobre todo nos hicieron dar cuenta de nuestra condición simbiótica. Hay distintos tipos de simbiosis, desde las que benefician a todas las especies relacionadas entre sí hasta las parasitarias o las destructivas. Especialmente el SARS-CoV-2 puso en evidencia su virulencia y mostró que la Tierra no existe para ser nuestra granja, nuestra cantera o el hotel de nuestras vacaciones. ¿Y ahora qué? reflexiona a menudo Juan con sus auditorios unos siglos después. La pregunta que escribió Wilson en su libro Génesis aún flota en la cabeza de Juan. “¿Somos capaces de entender que no somos el centro de todo?”. Sabe que ya entonces nos conminó, allá lejos y hace tiempo, a imaginar futuros que no siguieran los mismos patrones de siglos atrás y a qué no confundiéramos el progreso humano con la explotación de los recursos naturales. Ni a que adoptáramos formas imperialistas de apropiación en relación a plantas y a animales. Los humanos tuvimos que entender que somos parte de la simbiosfera y no sus dueños. Que el planeta no existía para nuestro consumo. Y que no éramos sólo sujetos o cuerpos, sino un fenómeno de alianzas y relaciones. Una mutación permanente y elástica. Desde que Juan leyó a Wilson se convirtió en uno de sus autores emblemáticos. Y ahora, hace nada más que un par de horas Juan acaba de anunciarle a su familia un viaje, en el que va a participar aportando esa misma mirada. Ampliada y profundizada con el correr de los siglos pero cuya esencia se conserva intacta. Mirada que ha sido pilar fundamental para que la Tierra pudiera sobrevivir hasta ahora.
Cuando Juan se atreva les va a contar que va a viajar a Marte. Que después de muchas investigaciones y teorías este planeta sigue siendo la mejor opción para los terráqueos en caso de que en algún momento haya que irse. Que no existen peligros inmediatos para pensar en este escenario pero que siempre es bueno contar con salvavidas seguros y probados por si sobreviene una catástrofe. Que los humanos siempre hemos sido muy aventureros. Y que ahora nos toca viajar hasta Marte. Así de sencillo. Que va a ser una expedición que demandara años y esfuerzos. Y que él ha sido convocado para integrar el equipo. Que su respuesta ha sido afirmativa. Que le ha costado mucho tomar la decisión. Que no quiso consultarlos porque no los quería hacer responsables de una decisión que era sólo de él. Sabe que se va a perder muchas cosas importantes que van a suceder en su familia durante su ausencia pero cree que esta es su misión y que debe cumplirla. Que los quiere mucho y que los va a extrañar horrores pero que si todo sale bien van a poder charlar diariamente cuando esté en Marte y que seguro algún regalito les va a poder traer. Y que a esta familia a la que le gusta tanto atesorar frases ya tiene una que cuando viaje a Marte les va a dejar pegada con imán en la heladera:
“La desesperanza está fundada en lo que sabemos que es casi nada, y la esperanza en lo que ignoramos que es casi todo” Maurice Maeterlinck
Noemi, tuve que releer el ensayo, para poder absorber datos y los nuevos caminos imaginados desde esta realidad peligrosa que nos rodea. Hermoso mundo acorde a las reales necesidades de la Humanidad. Es una bocanada de aire fresco y de esperanza.
Otro horizonte es posible. Gracias Noe por imaginarlo para nosotros.
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