En un principio pensábamos que esto de la pandemia era una situación pasajera, 15 días… a lo sumo un mes… a guardarse en casa, lxs docentes generando estrategias para sostener la continuidad pedagógica, usando nuevos recursos, aulas virtuales, grupos de whatsapp, G-classroom, pizarras digitales… Rediseñando las clases, ahora, a través de una pantalla.
En ese momento, quedó en evidencia la enorme desigualdad que existe en términos de acceso a la tecnología: algunxs pibxs no tienen acceso a una computadora, lo que hace que se conecten desde los celulares (propios o de algún familiar que pueda prestárselos), algunxs tienen computadora pero no tienen wifi, algunxs no tienen ni computadora ni acceso a internet y para participar de la clase virtual cargan datos móviles en el celu (lo que cuesta una fortuna). Emerge esta situación que es preexistente a la pandemia, pero la vida que llevábamos la invisibilizaba, era una desigualdad para algunxs muy patente y para otrxs inexistente. Cuando se hablaba de “pibes con computadoras” el tema era si lo usaban mucho o poco para jugar… Después de un año de pandemia tenemos más información, la nueva realidad evidencia que el acceso a la tecnología es también importante para educar(nos), hoy es condición necesaria para garantizar el derecho a la educación.
En este momento sabemos que la pandemia no es cosa de 15 días, ni de un mes, ni de un año… llegó para quedarse y en el mejor de los casos lograremos vacunar a la mayoría de la población y así estar un poco más tranquilxs respecto a la evolución de la enfermedad y las formas de transitarla en caso de contagio. Sabemos que, como cualquier virus, cuanto más tiempo permanezca circulando, mayor cantidad de mutaciones y nuevas variantes se desarrollarán.
Mientras escribo transitamos la “segunda ola” de contagios en Argentina, números realmente preocupantes: en promedio 38.000 contagios y 600 muertes diarias, alta ocupación de las camas de terapia intensiva tanto en el sector público como en el privado.
A diferencia del año pasado —cuando la cantidad diaria de muertes y contagios era mucho menor—, la coyuntura actual está atravesada por el debate en torno a la presencialidad en las escuelas. El DNU de Alberto Fernández suspendía la presencialidad en los colegios del AMBA por 15 días con el objetivo de disminuir la circulación de personas y así disminuir la cantidad de contagios; desde el otro lado la respuesta del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue negarse a acatar la decisión presidencial. Más aún, prohibió a lxs docentes garantizar la continuidad mediante la virtualidad y decidió contarle las faltas a aquellxs estudiantes que no asistieran (con riesgo de perder la vacante).
Algunxs culpan lo mal que salió la medida (el nivel de acatamiento y sus consecuencias) a las contradicciones dentro del propio Frente de Todos. Mientras la Ministra de Salud y el Ministro de Educación decían públicamente que la presencialidad no estaba en discusión, el Presidente lanzó un DNU que decía lo contrario.
Las dos semanas de validez del decreto fueron alto bardo, padres, madres y docentes no sabían si lxs pibxs iban a tener que ir al colegio o se iban a tener que conectar virtualmente. Cada día esperaban un mail desde la dirección del colegio para saber cuál sería la resolución para el día siguiente y, como siempre, nos vamos adaptando, y quien no pueda adaptarse queda en el camino. Corta la bocha. La incapacidad de la dirigencia política para gestionar la pandemia queda patente cuando es claro que ni siquiera pueden resolver sus propias diferencias. Lo mínimo que necesitamos es que las medidas sean claras y con alto acatamiento para poder evaluar su impacto. ¿Sirvió el decreto? ¿Bajaron los contagios por suspender las clases presenciales durante 15 días? No lo sabremos porque se cumplió a medias. Mientras algunas instituciones garantizaban la continuidad mediante la virtualidad para aquellas familias que decidieran no enviar a sus hijxs al colegio, otras enviaban mails casi amenazando con quitarles la vacante a estudiantes que no asistieran.
“Nuestra prioridad es la educación”
Cuando se habla de “educación”, pareciera ser un concepto cerrado, estático, algo que sucede en la escuela, una relación entre docentes y estudiantes, incluye libros o material de lectura y capaz alguna guía de actividades… Pero la educación es algo todavía más amplio y heterogéneo. Dentro de la escuela la comunidad educativa conformada por docentes, no docentes, estudiantes y familias generan eso, una comunidad. Pasa mucho más que “las clases”. Intercambios entre pibes que vienen de lugares y experiencias diversas, generan lazos entre pares y posibilitan el descubrimiento de que “no todo es como en casa”, familias que tienen recorridos diferentes para compartir, contención dentro de la comunidad frente a situaciones de vulnerabilidad o simplemente respuesta o consejos ante las dudas que le pudieran surgir a algún integrante frente a una situación personal, una charla, un intercambio, una sonrisa.
Dentro de cada comunidad lo que predomina es la heterogeneidad de situaciones y formas de ser y pensar, que se ponen en juego a la hora del intercambio y generan los vínculos atravesados por el punto de encuentro “la escuela”. En este intercambio, en este movimiento de “salir de lo individual a lo grupal” se genera el crecimiento y aprendizaje de todxs lxs integrantes de la comunidad, tanto niñxs como adultxs.
La educación en Argentina es tan heterogénea como la geografía de nuestro amplio y bello país: una escuela rural, un colegio privado de la ciudad de Rosario, una escuela isleña, una escuela en el sur del país donde tienen 5 meses de nevada, una escuela en barrios vulnerables o un priv(ilegi)ado en Recoleta. También es heterogénea en cada provincia y en cada ciudad. Habrá colegios más grandes, otros más pequeños, con más o menos estudiantes, grupos de 10 o grupos de 45 estudiantes en un aula, colegios con 5 o 10 cursos, y colegios con 3 turnos mañana, tarde y noche y en cada turno 30 cursos…
Incluso sigue siendo heterogénea si observamos lo que sucede dentro de una misma institución, y aquí el punto: dentro de la misma escuela hay diversas realidades que conforman esa comunidad educativa. Cómo se refleja dicha diversidad en nuestra actual situación pandémica. Habrá docentes “exceptuados” de la presencialidad por tener alguna comorbilidad o condición preexistente que hace que el riesgo por contraer el virus sea mayor (diabetes, antecedentes de cáncer, enfermedades crónicas renales o pulmonares, afecciones cardíacas y un largo etcétera). También hay estudiantes “exceptuados” que, aun cumpliéndose con todos los protocolos corren riesgo, ya sea por una condición de salud o porque conviven con alguna persona de riesgo y, al ser un potencial vector de contagio, lo lógico sería que cuenten con la posibilidad de la modalidad virtual.
Cuando se habla de pasar a un “sistema mixto” de presencialidad y virtualidad, se suele pensar “algunos días presencial, otros días virtual”. He escuchado muchas estrategias. En términos generales lo que se está haciendo es separar el grupo en 2 o 3 partes y cada grupo tiene clases “rotativas” intercalando días en la escuela y días en casa. El/la docente que tiene esos grupos repite la clase mientras lxs estudiantes cumplen su cronograma intermitente de presencialidad. Este sistema no resuelve el problema de aquellxs estudiantes que no tienen acceso a la tecnología, en todo caso se perderán menos clases (sólo las virtuales). Tampoco resuelve el problema de lxs docentes en grupos “de riesgo”. Si no tienen un certificado médico (o no saben de una debilidad preexistente frente al contagio del virus) deberán ir a trabajar de todos modos, en el mejor de los casos no dentro del curso, con otras tareas, o formarán parte de alguna burbuja. Conocemos en el último mes al menos 15 muertes de docentes o auxiliares (sólo en CABA) que se contagiaron de covid por sostener la presencialidad (ya sea en el aula, en el colegio o en el transporte público al movilizarse). ¡Faltan vacunas!
Las burbujas se pinchan
- Supongamos que cada burbuja contiene aproximadamente 10 estudiantes y un docente.
- Supongamos que lxs niñxs no tienen hermanxs, conviven con al menos un padre/ madre/ tutor o encargado (se suman al menos 10 personas más a esa burbuja).
- El/la docente participa de más de una burbuja. En la gran mayoría de los casos, viaja en transporte público. Convive con al menos una persona (¡que podría ser otrx docente!).
- Ni hablar de las relaciones sociales extra-burbuja de cada participante. En el supermercado, en la farmacia, un encuentro familiar al aire libre…
La burbuja, como cualquier burbuja, se pincha. Puede servir como forma de limitar la propagación de contagios pero no los evita. Basta ver cómo aumentaron los contagios en personas en edad escolar desde el inicio de clases. Lo preocupante es la velocidad con la que crecen los contagios.
No estamos cuestionando si a lxs pibxs les hace mejor o peor ir al colegio, todxs sabemos que la escuela es un ámbito de aprendizaje muy importante. Tanto en la clase de matemática como en el recreo se están desarrollando pautas de convivencia y relaciones sociales entre pares y no pares de cualidades notoriamente diferentes a las relaciones que pueden establecerse mediante la virtualidad. La relación virtual está un poco más condenada a ser “estrictamente académica”, no hay de las charlas espontáneas, no hay de las notitas por debajo de la mesa ni el intercambio de miradas cómplices. No hay del saltar a la soga ni correr detrás de la pelota, ni de manchas y peleas. Pero, en este contexto, cuando un pibe vive con un familiar o ser querido de riesgo, las preocupaciones que se generan en el hogar al tener que concurrir al colegio, también permean en su vida. Cómo distinguir si a ese pibe le “hace mejor” ir al colegio de manera presencial sabiendo que por un lado implica recreos (con distancia y sin pelota), compartir un rato con pares y no quedarse “descolgado” del grupo; y, por otro lado, genera y vive la preocupación cada día dentro del hogar. ¿Qué le afecta más?
Desde lejos no se ve
Creo que podemos pensar una alternativa a la disyuntiva abstracta “presencialidad sí o no”, que entienda que las respuestas o medidas pertinentes van a ser posibles siempre y cuando dejemos de suponer que estamos sobre un terreno homogéneo y sin distinciones.
Creo que la respuesta debe surgir desde la comunidad educativa, contemplando sus diversas realidades. Socializando las decisiones familiares y coordinando, organizando y redistribuyendo comunitariamente los recursos con los que cuentan. La institución puede recolectar la información de las diversas necesidades de las familias que integran la comunidad, y cuáles de lxs docentes que trabajan allí pueden garantizar la presencialidad (por estar vacunadxs o ser de menor riesgo) y cuáles pueden garantizar la continuidad de los grupos virtuales.
Las divisiones entre los grupos deben considerar “olvidar” cuál era el grupo de pertenencia pre-pandémica de cada pibx, no importa si era de 5to A o B. Las amistades / encuentros sociales con amigxs se harán en la medida de lo posible cuando el nivel de contagios baje, resolvamos el tema “clases”.
En este punto es importante aclarar que la “modalidad virtual” no es simplemente enviar por mail una guía de actividades. Eso es un parche. Existe un gran campo de estudio sobre didáctica en entornos virtuales, formas de diseñar las secuencias didácticas y actividades para el trabajo de lxs estudiantes. No es lo mismo que un estudiante alterne entre presencial y virtual a pensar y planificar un curso exclusivamente virtual. Inclusive se está pensando en cómo aprovechar la potencia transformadora de la educación al incorporar nuevas herramientas tecnológicas, obliga a repensar los planes de estudio y los objetivos de la educación.
Arrojo una serie de lineamientos que pueden servir para pensar:
- Cada familia podría elegir la modalidad teniendo en cuenta y solidarizándose con las realidades de quienes le rodean y se formarían nuevos cursos:
- Algunos presenciales: quienes puedan garantizar la asistencia sin uso del transporte público, (para menor exposición tanto de integrantes de la comunidad educativa como del resto de lxs usuarixs de transporte público que asumo serán trabajadorxs “esenciales”), o quienes necesiten que su hijx asista al colegio porque tienen que salir a trabajar y nadie puede cuidarle en casa.
- Otros cursos virtuales: quienes así lo decidan, porque conviven con personas de riesgo, o porque son personas con mayor riesgo, o porque la escuela queda lejos y tienen la posibilidad de quedarse en casa garantizando esa asistencia.
- El Estado —nacional o provincial— tiene el deber de garantizar los recursos y conectividad para aquellxs que elijan la modalidad virtual (básicamente una computadora y acceso a internet).
- Se deben adecuar las condiciones de las aulas para mayor seguridad (espacios amplios mejor ventilados, con señalización para respetar el distanciamiento, etc.)
- Lxs docentes de riesgo o exceptuadxs podrían estar a cargo de los grupos virtuales, mientras que docentes de menor riesgo o vacunadxs podrían estar al frente del curso presencial (obviamente con grupos reducidos, en aulas ventiladas y cumpliendo los protocolos correspondientes).
- Además de mejorar el salario de lxs docentes —que viene en picada hace varios años—, se debe aumentar la cantidad de cargos y redistribuirlos para que cada docente a cargo de un grupo presencial no tenga que asistir a 3 o 4 burbujas distintas en diferentes colegios (disminuir el tránsito y uso del transporte público, menos burbujas pinchadas).
- Rediseñar el cronograma de clases, organizar los horarios para que la entrada/salida de lxs pibxs no coincida.
- Disminuir la cantidad de personas que transitan en una misma institución cada día (por ejemplo, reagrupando horas de un docente o reasignando cursos).
Aprendizaje social
La comunidad se organiza con conocimiento de causa porque estamos inmersxs en la realidad que nos toca vivir y queremos decidir, en base a todas las variables que cada unx maneja, cuál es la mejor opción. Porque nos queremos cuidar y cuidar a lxs otrxs atendiendo a las necesidades de cada integrante. Confiamos en los cuidados individuales y colectivos. Es necesario que circule la información y que se garanticen las medidas de cuidado y los recursos necesarios en las instituciones (alcohol, sanitizante, limpieza de baños, jabón y agua corriente, barbijos, pantallas protectoras, etc.).
Sabemos que la educación va más allá de los contenidos de una materia, que dejen de restringir “la educación” a las instituciones educativas. Las conductas y prioridades en casa, la información desde la cual se toman las decisiones, las posibilidades y limitaciones que genera en nuestras vidas la pandemia, las prioridades que definimos como sociedad también educan a las presentes y futuras generaciones, y constituye “la sociedad en la que vivimos”. Educación es todo, no sólo la presencialidad o la virtualidad. Es formar parte y hacernos responsables de pensar posibles estrategias, es pensar cómo resolvemos estos dilemas entendiéndonos como una diversidad heterogénea y buscando “la mejor solución para el conjunto”. A su vez, pensar alternativas para el mediano/largo plazo, eso nos haría una sociedad más inteligente. Sabemos que debemos desarrollar estrategias para la presente y posibles futuras pandemias. Tenemos la oportunidad de ir un poco más allá del hoy.
Hay que hablar con todxs. Sacar a lxs pibxs del lugar de víctimas —y dejar de ocultarnos en ellxs— incluirlxs también en este proceso de aprendizaje social, darles lugar, pueden tener ideas que generen soluciones que incluyan aspectos que no estamos viendo. Construyamos alternativas en comunidad, si logramos salir del laberinto priorizando la vida, seguramente aprovecharemos la oportunidad para construir lazos sociales mucho más fuertes, fraternales y solidarios.
Me encantó estas palabras y pensamientos compartidos, entiendo y apuesto fuertemente al aprendizaje social! Les niñes son parte viviente de este contexto en donde todes estamos viendo y aprendiendo constantemente…algunos mas metidos en tema que otros, pero con tanto que compartir, y ponerven comun…
Propuestas volcadas ani, re de acuerdo, empezando por vacunas para toda la comunidad educativa y aumento de sueldo urgente!
(Lo que yo veo hacer a cada docente en esta circunstancia, es aplaudible)
Clara como siempre!
Gracias por sus comentarios, Noemí y Haydee.
La verdad es que está pandemia nos obliga a repensar muchas cosas. Es un momento incómodo y movilizador. En todo este caos en que estamos inmersas me parece indispensable reflexionar sobre nuestro futuro mediano largo plazo. Hay que construir hoy aquello que imaginamos como un futuro mejor.
Soñar y proyectar es un buen comienzo.
Las abrazo. Y gracias por leer y comentar.
Me parece una mirada abarcadora de una realidad muy compleja. Creo que el ministerio desde una mirada macro debería bajar una propuesta de este tipo a través de sus correspondientes niveles. Y después, en el llano, directora y docentes organizar y planificar su escuela con participación de los padres. Creo que primero se debería vacunar rápidamente a todo el personal docente y no docente
Creo que el Estado tiene que asegurar a todo el cuerpo docente un salario actualizado en un corto plazo que no puede exceder el primer semestre de este año. Pero sinceramente me parece tan difícil que todo esto suceda que pensarlo me suena a un sueño de realización poco probable. Solo pensar en la cantidad de sindicatos en los que están divididos los docentes me asusta mucho. Estoy decepcionada y cansada de que me pinchen los sueños. Pero siento que está nota propone soñar en grande y la verdad Ana no me puedo negar a aceptar la invitación! Ojala que algo de todo esto suceda…!
Complicadísimo. Gracias a todos los/las docentes que han hecho y siguen haciendo, tanto. Y con todo, deben de sobrellevar las distintas posturas de los gobernantes, los magros sueldos, los problemas familiares que todo esto les acarrea, asumir los contagios y fallecimientos de compañeros,etc, etc. Bravísimo!!! Y pensar en los estudiantes, cuanto trastorno. Lo único que ayudaría es que la pandemia termine pronto. Que lo dudo. Ojalá los profesionales que correspondan puedan lograr, encontrar la mejor solución.
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