¿Qué está pasando? Múltiples y variadas son las interpretaciones sobre la coyuntura actual, en aras de aproximarnos a un análisis concreto, vale empezar por un examen crítico de algunas de las interpretaciones más destacadas. Para eso comencemos con una serie de notas publicadas por el psicoanalista Jorge Alemán. Aunque tienen varios elementos destacables, me voy a concentrar en algunos aspectos que considero problemáticos. En todo caso, aquelles interesades podrán cliquear en los enlaces de los artículos respectivos.
Comencemos con “Notas sobre la ultraderecha neoliberal” https://www.pagina12.com.ar/367686-notas-sobre-la-ultraderecha-neoliberal
“Después de la crisis de legitimidad del capitalismo tardío, crisis en donde las tradiciones liberales y conservadoras se tornaron insuficientes para sostener el despliegue corporativo y financiero del nuevo orden del capital, emerge con distintos niveles de intensidad, según la división geopolítica del mundo: el neoliberalismo.
Sus primeras mascaras epócales fueron la “posmodernidad” y la “globalización”, hasta que el dispositivo neoliberal por fin se reveló en su potencia. No era una mera estrategia económica del capitalismo, sino una mutación antropológica que ahora pretendía afectar a los seres humanos en su existencia singular.”
¿Es el fenómeno actual del cual somos espectadores a la vez que protagonistas una nueva cara del neoliberalismo? El problema con este tipo de interpretaciones es que tienden a vaciar de contenido lo que se entiende por neoliberal. A pesar de la evidencia acerca de la continuidad entre el periodo actual y el neoliberalismo “clásico”, algo similar se podría haber opinado respecto a los llamados “años de oro del capitalismo” (estado de bienestar-fordismo, etcétera) y el neoliberalismo que lo sucedió. Todo depende de la vara con la que miremos esos años de “gloria” del capitalismo. Aunque estos dos periodos fueron parte del creciente proceso de mercantilización de la vida social a la cual nos somete el capital, perder de vista la diferencia entre ambos momentos, nos haría imposible captar la singularidad que vino a representar el neoliberalismo. Y, entre otras cosas, de eso se trata hacer un análisis concreto. La crisis de los años ‘70 tuvo sus causas “objetivas” (caída de la tasa de ganancia, crisis de sobreproducción) pero también sus expresiones subjetivas, muchas de ellas asociadas a proyectos revolucionarios fracasados —y, lo más importante, la relación dialéctica entre ambas—.
Tal vez la clave esté al final de la cita, “hasta que el dispositivo neoliberal por fin se reveló en su potencia. No era una mera estrategia económica del capitalismo, sino una mutación antropológica que ahora pretendía afectar a los seres humanos en su existencia singular.” Esta idea de mutación antropológica como una cualidad del neoliberalismo pierde de vista que la misma adjetivación podría haber sido utilizada cuando la revolución industrial, o a mediados del siglo XIX, o a mitad del siglo XX. Si bien no termina de estar claro a qué se refiere el autor, pareciera que se trata de una sobrerrepresentación del cambio tecnológico actualmente imperante y su relación con lo humano. Difícilmente podamos dar semejante importancia al cambio tecnológico epocal si comparamos la tasa de crecimiento de la productividad de estos últimos 20 o 30 años con las radicalmente superiores tasas observadas entre mediados de 1940 y principios de los años ‘70. Para este tema es de interés leer “La automatización y el futuro del trabajo” de Aaron Benanav. Justamente esto puede representar un punto medular a partir del cual puede comprenderse el énfasis del capital en el desarrollo de innovaciones en los sistemas de comunicación e información. Esto no significa desconocer la importancia de esos cambios —más bien lo contrario— sino inscribirlos dentro del endémico problema de realización del valor al que el capital viene enfrentándose desde los ‘70 (sin dejar de reconocer los cambios ocurridos desde allí en adelante). Sea como sea, la mutación antropológica es un elemento que, aunque toma nuevas formas, es una característica del modo de desarrollo del sistema actualmente imperante.
“II- En este aspecto, el neoliberalismo es, valga la paradoja, el primer intento totalitario en el interior de las democracias; la aspiración de suturar la vida propia e intransferible de cada uno con las coerciones y exigencias, muchas veces imposibles de cumplir de la reproducción ilimitada del capital.”
Nuevamente, un análisis situado en los años ‘50 podría haber opinado de la misma forma al referirse a la sociedad de consumo, el auge de la televisión y la sociedad de masas.
Como el mismo Alemán señala:
“Libertad es el nombre que aparenta abrir a un espacio de posibilidades que a la vez esté mediatizado, intervenido, formateado por la lógica del mercado. De tal modo, que la aparente apertura es por un lado, una cancelación y por otro, cumple con la historia del capitalismo en el perfeccionamiento de los distintos modos de apropiación de aquellas luchas que en su día se presentaron como alternativas al sistema.”
La lógica va adquiriendo nuevas formas, pero la tendencia sigue siendo la misma. No obstante, es un error suponer la simbiosis entre libertad y mercado como un rasgo singular del neoliberalismo. Si bien dicha relación ha adquirido un peso subjetivo mayor, bajo el capitalismo la libertad siempre fue, antes que nada, la libertad de ir al mercado y vender tus productos a cambio de otros. La “innovación” capitalista fue la “creación” de la mercancía fuerza de trabajo de manera tal de, luego de expropiar de medios e instrumentos de producción a la inmensa mayoría, encontrar la forma de “incluirlos” a la vez que extraerles plusvalor mediante la puesta en acción de su fuerza de trabajo en el proceso productivo ahora enajenado del productor. Es desde esta “libertad” que emana la posibilidad (concretada gracias a las luchas de las clases subalternas) del sufragio universal y la agenda de derechos.
“Esa orden, en muchísimos casos, va en contra de los propios intereses objetivos de aquellos sectores que apoyan el plan de la derecha ultra derechizada, dado que están buscando más que asegurar su propio proyecto vital, una identificación que les permita al menos situarse en ciertas coordenadas en medio del caos que el propio neoliberalismo ha generado.”
Aunque el diagnóstico parece ser acertado, la historia, el proceso histórico mediante el cual el caos se trastoca en la derechización de los sectores populares, está ausente; como si el caos (o sea la falta de orden) fueran un atributo que naturalmente deriva en la derechización. Cuando no hay momento más caótico que el revolucionario. Cabe preguntarse entonces qué es lo que hace que la ideología de derecha aparezca como antisitémica.
El capitalismo no es un mero sistema económico, tiene sus fundamentos en la relación social que se establece entre dueños de los medios de producción y aquellos que no tienen otra alternativa que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Dicha relación rebasa los límites de lo que se podría conceptualizar como económico. En cierto sentido, lo antecede y termina por constituir a lo económico y a lo político como entidades separadas y diferenciadas. Es entonces una relación social que toma formas económicas, políticas, culturales e ideológicas. Es por ello que una alternativa que en lo económico sea realmente antisistema, por fuerza debe ser antisistema en lo político, en lo cultural y en lo ideológico. Aquí reside la base del problema que permite que el pac-man capital sea muchas veces capaz de deglutir y reprocesar todo proyecto emancipador sin necesariamente recurrir a la violencia.
“los diversos proyectos populares que han sabido defender la ética del cuidado en medio de la pandemia son el testimonio de que el único freno a este caótico gobierno de las almas del neoliberalismo, sólo se le opone el paciente tejido que anuda Duelo- Memoria y Deseo, con Comunidad- Sociedad y Estado. Este anudamiento constituye un principio civilizatorio que el neoliberalismo puede intentar destruir, pero jamás dar lugar al mismo.”
Esta cita arroja claridad a las razones por las cuales Alemán, a pesar de intentar comprender la singularidad del momento actual, termina conceptualizándola bajo el nombre de “neoliberal”; por qué tiende a eclipsar las continuidades entre el neoliberalismo “histórico” y el estado de bienestar —dicho sea de paso: fenómeno restringido a occidente y que tuvo su correlato también en algunos países de la periferia—; para él la disputa sigue siendo neoliberalismo vs populismo/socialdemocracia. Como solía decir miauricio: “eso ya lo probamos y no funcionó”. La pregunta sigue siendo por qué el caos, la angustia, la depresión, la miseria, la pobreza y otras tantas yerbas no se traducen en una propuesta realmente antisistema (de izquierda); y más allá de los dispositivos de poder, de creación y deglución de subjetividades puestos en funcionamiento por el capital, para aquelles que piensan que la historia no es un fenómeno natural, no tiene un destino inscripto sino que está hecha por y a través de la acción del hombre, la respuesta hay que buscarla necesariamente en la derrota y la posterior capitulación de la izquierda, la resignación y el nacimiento del “progresismo” como un fenómeno político que venía a poner “paños fríos” en la desolación del realismo del “no hay alternativa”.
“Un nuevo tipo de plusvalía hace años que determina al mundo contemporáneo. Esto sucede desde que la información constituye un valor clave, una nueva fuerza productiva en el engranaje capitalista.
El movimiento circular de la misma se puede describir de un modo sencillo: el “usuario” consume distintos tipos de mercancías, móviles, tablets, ordenadores, Uber, Amazon, Google y los distintos procedimientos online en los que participa. Paga por gozar de los mismos y mientras lo hace sucede algo no previsto por las teorizaciones clásicas del capitalismo. El consumidor paga pero simultáneamente es un productor de información que se archiva, se interviene con algoritmos, se procesa y se intercambia. Ésta información es la plusvalía que alimenta a todo el sistema mediático-financiero.”
https://www.pagina12.com.ar/372056-plusvalia-de-informacion-y-democracia-rehen
Al igual que sucede con el término neoliberalismo, el problema de pensar la información como un plusvalor tergiversando el sentido del concepto no es simplemente una cuestión terminológica y/o conceptual: el verdadero problema se descubre al indagar acerca de las posibles “causas” de este error relacionadas con la incapacidad de entender históricamente el fenómeno al que se hace referencia. Hay una relación muy clara entre la sobreproducción, saturación de los mercados y sobrecapacidad productiva a la que arribó el capitalismo a mediados de los ‘70, y el desarrollo de las tecnologías de procesamiento de la información aplicadas a los consumidores. Al mostrarse impotente la salida keynesiana a la crisis (al menos en los países centrales), el neoliberalismo apareció en el escenario desplegándose en distintas etapas y de distintas formas según la región. En el caso argentino, inició por la vía de la coacción (terrorismo de Estado), continuó mediante el trauma (hiperinflación), se profundizó mediante procesos de acumulación por desposesión (privatización de empresas públicas), logró una penetración cultural que tuvo su epicentro durante la hegemonía neoliberal (1 a 1, zapatillas con cámara de aire y demás) que también trajo aparejada la cooptación de lo que quedaba de los dirigentes de los sectores populares. Luego vino la crisis del 2001 y sobre la base de la nueva correlación de fuerzas, los años kirchneristas, fueron una suerte de pausa en el proceso de neoliberalización. Detrás del telón de todos estos años (incluidos los kirchneristas), se profundizó la segmentación del consumo y la identificación/autoidentificación del consumidor como un consumidor singular que entiende el acto de consumo como inscripto dentro de su proceso de desenvolvimiento de identidad. Las causas “objetivas” (caída de la tasa de ganancia por sobre producción y sobre capacidad productiva) tuvieron efectos objetivos (énfasis en el desarrollo de tecnologías que facilitaran la realización del valor en desmedro del aumento de la productividad del trabajo vía desarrollo tecnológico) y, finalmente, correlatos subjetivos (“uno es lo que consume”).
Por todo esto pensar en términos de plusvalía de la información no solamente vuelve conceptos precisos en vaguedades, sino que tiende a esconder las causas de los fenómenos actualmente imperantes y, como es lógico, termina por dificultar posibles desarrollos superadores y transformadores.
Veamos ahora el artículo de Alemán “Nota sobre el 14 N en Argentina” (https://www.pagina12.com.ar/382871-nota-sobre-el-14-n-en-argentina?ampOptimize=1)
“En las elecciones se suele emplear la clásica terminología binaria: el oficialismo representado por el Frente de Todos y la oposición Juntos por el Cambio, dos fuerzas políticas mayoritarias que se mantienen en pugna.
Pero una lectura, a mi juicio más pertinente, exige desbordar los términos oficialismo-oposición. En realidad el poder está directamente encarnado (no representado) por Juntos por el Cambio, una hibridación típica de las derechas ultraderechizadas que combina una multiplicidad de ingredientes a condición de que la significación política de los mismos sea cero, salvo su rechazo patológico hacia el kirchnerismo.”
Alemán no se equivoca: cualquier análisis que parta del par oficialismo/oposición muy lejos no puede llegar. Pero la idea de que Juntos por el Cambio encarna el poder en vez de representarlo y, sobre todo, la explicación que da de ello, demuestra la falta de anclaje estructural de su pensamiento que, lejos de poner en relación lo económico con lo político, opta por construir una autonomía fetichizada de lo político. Uno debería preguntarse entonces qué es lo que entiende Alemán por poder. Por otro lado, la condición “huérfana” de poder que reserva para el Frente de Todos tiende a ignorar la heterogeneidad de posiciones de dicho frente y la relevancia que ello puede tener en el análisis.
En el capitalismo actual es conveniente hacer una graduación política de los intereses económicos. No es lo mismo la condición de interés económico de Techint que la de interés económico de la UIA en la medida en que dicha corporación nuclea a cientos de empresas y grupos económicos y esto implica que sus posiciones requieren de la generación de determinado consenso a su interior (una tarea de cariz político por excelencia); a su vez, en la medida en que su interlocutor por excelencia es el Estado, queda de por si determinada por la arena en donde juega sus fichas: la política. No obstante, Techint tampoco se caracterizaría por la “pureza” económica de sus intereses en la medida en que, como empresa diversificada, su posición económica-política es también resultado de la ponderación e imposición de determinados intereses económicos sobre otros. La representación y no la encarnación de estos intereses más o menos económicos y más o menos políticos en determinados partidos o alianzas es un fenómeno complejo y cambiante. La causa de los cuadernos durante el macrismo y cómo la misma comprometió a dicho grupo económico, son un ejemplo elocuente de la fluidez de opciones políticas a las que puede arribar determinado grupo o incluso corporación.
En definitiva, la idea de encarnación pierde completamente de vista el fenómeno político más sustantivo en la actualidad: la cooptación de gran parte del oficialismo detrás de los intereses y objetivos del Bloque en el Poder (arreglar con el Fondo y la “salida” exportadora en desmedro de la base de sustento popular que le permitió al Frente de Todes ganar las elecciones).
“Actualmente la mayor demostración de poder es demostrar que se captura a las almas aún diciéndoles la verdad de todo lo horrible que están dispuestos a hacer con ellas. Justificar esta realidad por el “voto bronca” o por las debilidades de quienes gobiernan es insuficiente. La eficacia de las derechas ultraderechizadas se fue preparando para cuando el Neoliberalismo se encontrara con su crisis de representación y estamos en ese momento histórico.”
Nuevamente, uno podría preguntarse cuándo la mayor demostración de poder no fue “…demostrar que se captura a las almas” y otra vez llegaríamos a la conclusión de la falta de perspectiva histórica del análisis. Pero aquí pareciera que Alemán se está queriendo referir a ciertos pronunciamientos en contra de los derechos laborales por parte de distintos candidatos de Cambiemos y cómo, a pesar de ellos, terminan por no sufrir consecuencias electorales. Habría que recordarle que la Argentina tiene un 40% de pobreza y que aquelles con derechos laborales garantizados son la minoría. Son —paradójicamente— privilegiados. Lejos de ser una excepción, que el derecho se trastoque en privilegio parece ser una regla y esto plantea un problema grave al enfoque de derechos y a todes aquelles que pretenden convocar y enarbolar los sentires populares a través de este tipo de lógicas: se ensancha la distancia entre la sociedad civil y Estado generándose el hueco ideal para la ultraderecha “antisistema” (para más sobre este tema, https://revistalaisla.com.ar//estado-derecho-y-privilegio/). Alemán opta otra vez por poner el foco sobre el diseño eficiente de una ultraderecha que encarna el poder y que se coloca como por fuera de los acontecimientos, como si todo fuese parte de un plan maniqueo que va aplicándose sobre una coyuntura que, a la vez, es resultado de ese mismo plan. Sin embargo, que haya un plan no explica su éxito. Para aquelles que estén de la vereda de enfrente, sólo queda la resignación, como si un meteorito estuviese por impactar contra la Tierra y la única posibilidad fuese encontrar la forma de atenuar el impacto.
“En este horizonte no hay oficialismo y oposición más que en un plano formal. En el interior de la estructura social argentina hay un poder de Juntos y una contra hegemonía del Frente.
El puente no está solamente roto, ni siquiera existe entre universos incompatibles de raíz. Pero sin embargo el Frente, por responsabilidad de gobierno no tiene más remedio que proponerlo, del mismo modo que lo tiene que hacer con el Fondo. Para construir un gobierno hay que hacer que se intenta dialogar con un poder que no dialogará nunca. Es la condición dramática de esta situación. No tener poder pero si estar afectado por la responsabilidad de Estado.”
“Más allá de las distintas hibridaciones que configuran a la agenda de las ultraderechas actuales, el elemento común que encontramos en las mismas, es que la Democracia es un escondite para los intrusos del mal que responden a un Otro sin reglas, y que por tanto hay que destruir.
Es el verdadero éxito de la operación paranoica, legitimar su odio desmedido y obsceno con imputaciones y denuncias permanentes a un supuesto Otro sin Ley.
Dicho de otro modo, en la paranoia hay una inversión especular, su odio querellante es la respuesta hostil a un Otro que nos amenaza. Un Otro inventado por la propia estructura paranoica.”
https://www.pagina12.com.ar/385641-paranoia-y-nuevas-ultraderechas?ampOptimize=1
La utilización de elementos del psicoanálisis puede resultar de interés siempre y cuando se la inscriba dentro de un análisis concreto que incluya otras determinaciones. Vale lo mismo respecto a las tendencias de ultraderecha que proliferan a lo largo del globo. Es necesario observar la coordinación y similitudes con las ultraderechas vernáculas. Pero la lógica de comprensión de fenómenos argentinos bajo la forma de aplicación de recetas que tienen sus orígenes en los países centrales, conlleva:
- La reafirmación de nuestra condición de objetos, ratas de laboratorio que reaccionan frente a los efectos de diseños foráneos de poder ilimitado. Es entender nuestra realidad como mero efecto de un plan que se coloca por fuera de la misma y la determina.
- Pierde de vista el elemento singular que se asocia a la historia y cultura de nuestro país. Elemento clave dentro de un análisis concreto.
En conclusión, en su intento de comprensión de la realidad, Alemán termina por justificar la ideología de la resignación que hace mella dentro del Frente de Todos. Concepción que sustenta su giro a la derecha y el abandono de la agenda que le permitió ganar las elecciones de 2019. Observemos por ejemplo la columna de Alfredo Zaiat titulada “La economía se está recuperando o va rumbo al abismo” (https://www.pagina12.com.ar/385616-la-economia-se-esta-recuperando-o-va-rumbo-al-abismo)
Luego de contabilizar una serie de pormenores de la economía argentina, Zaiat concluye:
“En esta divergencia en el análisis de la coyuntura queda ausente el debate acerca del principal desafío de corto, mediano y largo plazo de la economía, que no es otro que relajar la restricción externa para evitar otra crisis.
Para eludirla, aprendiendo de experiencias traumáticas, no hay misterios: además de postergar malestares personales en la conducción política y de unificar criterios acerca del rumbo de la política económica al interior de la coalición de gobierno, el objetivo excluyente tiene que ser conseguir más dólares vía aumento de exportaciones, reducir la pérdida de dólares por importaciones con una estrategia productiva de sustitución selectiva, obtener más dólares por inversiones extranjeras directas y más dólares financieros accediendo al mercado voluntario de crédito para refinanciar vencimientos de capital y pagar intereses.”
Para empezar, este intelectual orgánico del Frente de Todos da por sentado que los malestares al interior del frente tienen un carácter personal y no político, abonando acaso la teoría de que el problema con Cristina Fernández tiene que ver con sus “modos”. En verdad, pareciera que los conflictos al interior de la coalición de gobierno tienen fundamentos de mayor envergadura y es probable que la tendencia de la vicepresidenta —que parece entreverse en sus cartas— a personalizar y “anecdotizar”, funcione como una forma de expresar los conflictos sin terminar de romper todo. Luego Zaiat consigna que el objetivo número uno de la política económica tiene que ser conseguir dólares, lo demás (pobreza, desempleo, indigencia, salarios y jubilaciones pulverizados) bien gracias. Los medios son:
1) Aumentar las exportaciones ¿Cómo? Generando mecanismos de exención impositiva en aquellos sectores exportadores que, casualmente, siempre son los grandes ganadores del capitalismo argento y también, los grandes fugadores. En este caso, los sectores agroexportadores, mineros y hidrocarburíferos.
2) Fomentar una muy loable política de sustitución de importaciones que, vaya a saber de qué forma, se lograría:
3) Aumentando la inversión extranjera directa. La primera pregunta es cómo, mediante qué mecanismo se puede aumentar la IED y a la vez fomentar la sustitución de importaciones que, en gran parte, dependen de esa IED. Por qué misteriosa razón a las grandes multinacionales les convendría producir localmente insumos que hoy en día realizan en otra parte del globo ¿acaso deprimiendo aún más los salarios? ¿Por qué transferirían tecnología y know-how a estas tierras de forma tal de aumentar el valor agregado? La segunda pregunta es por qué esta vez el resultado de la IED sería el inverso al que se puede observar a lo largo de la historia económica argentina, donde los flujos de entrada de la IED son claramente superados por la remisión de utilidades a sus casas matrices (dólares que salen del BC), la sobrefacturación de importaciones y las supuestas deudas intra-grupo. Si la cuenta se realiza de verdad, el impacto positivo sobre las divisas queda, como mínimo, relativizado.
4) Obtener “dólares financieros accediendo al mercado voluntario de crédito para refinanciar vencimientos de capital y pagar intereses.” Ergo: pagar deuda con más deuda. Endeudarse más barato es un objetivo que la conducción político-económica del gobierno no enarbola solamente para lo que se refiere a la deuda pública sino que es un interés primordial del gran capital que depende del arreglo con el Fondo para conseguir financiamiento más barato.
En definitiva, bajo el lema de que la correlación de fuerzas “no da para más”, como algunes ya están observando, se cocina una suerte de Plan Pinedo “reloaded”. Pero cuando siembran el terror frente a un eventual no arreglo con el Fondo bajo la idea de que si así fuese se va a venir el mundo abajo, se olvidan que a gran parte de la población argentina el mundo hace rato que se les vino abajo, tanto que parece que quedó debajo e invisibilizada detrás de ese otro minúsculo y prepotente mundo donde los problemas son el dólar blue, la falta de financiamiento en cuotas de las tarjetas de crédito a viajes al extranjero, el costo laboral, el pago al FMI, la “vuelta al mundo” y el viejo/nuevo proyecto de volvernos “el supermercado del mundo”.